Las chicas menonitas parecen realmente salidas de una novela de Goethe, muñecotas germanas con vestidos color azul-violeta estampados, y sombreros blancos de ala ancha cinchados por cintas del mismo color que el vestido. Es en estas ignotas colonias donde sobrevive de forma residual la romántica estética del siglo XIX, al menos en los atuendos femeninos. ¿Qué hacen esos vestidos y sombreros, pensados para la Prusia Oriental pisando la tierra pampeana? Curioso collage tramado por los vaivenes históricos, las persecuciones religiosas y las migraciones. Las chicas ríen y cuchichean cosas al oído que con certeza hacen referencia a los grotescos hombres sin mameluco y visera que acaban de irrumpir en su colonia. Se las ve orgullosas y elegantes. Decir que me dan algo de pena implica confesar mi etnocentrismo.
Y sin embargo me dan pena, siento más pena que al ver a los muchachos. Será que supongo que sólo el alma masculina es capaz de generar sistemas filosóficos castradores y aplicarlos. Las obsesiones en general, sea por construir y propagar ciudades, imperios o cultos, me parecen masculinas. Las mujeres la tienen más clara, son las que señalan las manzanas… Ellas van por delante, como dejando cáscaras de banana para despatarrar a esa aritmética teológica tramada por ayatolás u obispos del credo que se trate. Su boicot consiste en despertar el sentido común en el hombre. Y para esto con existir le alcanza. Supongo que mi pena proviene de la sospecha de que, tras la mueca casi resignada que la costumbre imprime en ellas, reside cautivo un espíritu alado…

Uno de los chicos me dice que puedo fotografiar a las chicas, y como una de ellas es su novia, las llama con confianza. Las chicas amagan a irse pero cuando el muchacho, que se llama Pedro, eleva el tono, regresan. Entonces se ponen para la foto pero, qué gracia, todas bajan sus sombreros o miran para otro lado, salvo una. Otras se esconden tras lentes de sol, que ofrecen un bizarro contrapunto al resto de su estética. Pedro, aún más enojado, les dice que son libres de irse, pero que si acceden a la foto deben mirar a la cámara…La única chica que me mira a los ojos es su novia. El le ha enseñado a comportarse sin vergüenza delante de forasteros… Estamos en una ruta de tierra de la Provincia de La Pampa, pero está bien claro que los forasteros somos nosotros, y los que hablan alemán medieval, ¡locales…!
Juan !
Otra vez yo de visita. En esta oportunidad, para agradecerte la dedicatoria del libro.
Muy linda la foto del futuro Dalai.
Besos y buenos caminos !
Madys
Hola Juan…sí, comparto la pena. Pero en general me da pena el inmigrante, más allá de las imposiciones culturales, como en este caso, marcada por generaciones de dominación patriarcal.
Será que mi nono era italiano y siempre vi en sus ojos celestes algo de nostalgia mediterránea. Debe ser duro estar en otra tierra cuando no lo elegís del todo…el exilio por las guerras, las persecuciones, en fin.
Muy buen relato. Qué bonitas chicas, es cierto, parecen de cuento.
Diego, desde ya te comentaré cuando se juegue el primer partido de «Futbol herradura».
Seguro que en Brasil encuentro voluntarios…!
Andrés, Ya saliste?
abrazos
pronto mas posts de ese viaje
Juan
nos asombrastes con tus relatos durante la muestra fotográfica que realizaste en Puan y ahora con la historia de los menonitas,
aqui te dejamos nuestro blog donde publicamos la nota sobre tu paso por nuestro pueblo,
Lorena
http://vocesdepuan.blogspot.com/
Impactante, verdad que si.
El sentimiento que te surgió de las muchachas es inevitable, las fotos transmiten muy bien lo sentido.
Cómo va el diseño de la cancha herradura? Avisame si necesitás jugadores.
Saludos!
Lamenté mucho no haber podido acompañarlos, pero leyendo tu descripción es como si hubiese estado ahí. O será que me recordó a la película LA ALDEA? Me seduce la idea que dos defensores de la libertad absoluta, como Raul y Vos, se crucen con niños cuya libertad termina en la tranquera. Que se preguntarán esos niños despues de semejante encuentro?
Como evadirán sus padres las preguntas más inusules que suelen hacer los niños?
Abrazo, Juan
Muy buen post…
jajaj Una muñequita la mina, ja.
Cómo no desear que tenga un espíritu alado! ja
gracias a todos por comentar…
buenos caminos!
en estos días subo más material.
Hermoso texto; didactico tambien, como todos los anteriores.
En cuanto a las mujeres me parece que las que te miran son dos, eh?
Me parece que te gustaron mas los ojos de la novia de pedro.
Muy bueno Juan, gracias por compartir.
Saludos,
Vasquito
Fantástica la foto de la niña que se dejó fotografiar. Junto con vos, me siento un poco etnocéntrico también y me pregunto al mismo tiempo qué tan universal será el miedo de las sociedades endogámicas (o en todo caso, que no aceptan lo otro) que reglan según la medida de su ombligo y sus inseguridades. Y lo pienso sobre todo desde nuestra argentina clase media. No sé, quizás mi lástima sólo sea un reflejo de esto mismo. O quizás muestre algo más universal: la necesidad de salir, de iniciar el viaje, de trascender las confines de la comarca. No lo sé.
Me encanta lo tuyo.
Un abrazo.
Juan:
Hermoso. Increible saber que existe. Muy linda tu descripción. Y gracias por el parrafo dedicado a las mujeres (es cierto que tenemos un espiritu alado aunque algunas sepan esconderlo mas que otras)
Buenos caminos,
Madys
Qué maravilla! Digo, vos entendés. Me encanta viajar a través de tu mirada che.
Un abrazo.