En el cementerio de El Alamein, Egipto, donde yacen cientos de combatientes alemanes caídos allí durante la Segunda Guerra Mundial, había leído una frase interesante: No hay mejor argumento para la paz que la tumba de un soldado. La firmaba Einstein la frase. En Afganistán, donde escasean las familias que no debieron lamentar alguna muerte a causa de la guerra, es como si la paz precisara argumentos más contundentes. Por la mañana, veo como los maestros de Shahrak hacen marchar a los niños a paso militar alrededor del patio de la escuela. ¿Será una manera inculcando el patriotismo?