Fugaz paso por Salta.

Cubrimos en el día los 980 kms entre Formosa y Salta, sorprendiéndonos a nosotros mismos. Allí nos esperaban María, una ex-compañera de la universidad de Cecilia y su madre Vitalina, quien prediciendo que durante el resto del viaje nos alimentaríamos de minutas y comidas al paso había ya programado un menú de suculentos platos que de tan ricos rozaban lo pecaminoso. Hemos prometido regresar porque no habia lugar en nuestro estomago para el budín inglés. Además, hay que escucharla a Vitalina contar historias de cuando se viajaba de Asunción del Paraguay a Formosa en barcos llamados paquetes y los mercados de productos importados ofrec’ian aceite de oliva y brandy español en vez de muñequitos de los Power Ranger fabricados en China. El relato viene con lujo de detalles, casi escucho el caviloso aranque de un viejo camion de mudanzas en que se van los muebles de la casa de su madre, rematados. Creo ver yo tambien el intrincado marco de un espejo, su mueble favorito cuando chica, desaparecer en las fauces de la carga. Hay un hombre que perdio un hijo en la guerra con Bolivia, y creo oir su desesperacion. Parece que ahora mismo esta exclamando «no le voy a dar otro hijo al Paraguay»… La verdad que con tanta buena atención nos iba a costar dejar Salta. Maria, por su lado, em ayudo enormemente con la difusion de la presentacion de mi libro en Salta.
Charlando con unos artesanos y malabaristas en la feria de la Balcarce.

Canotaje en el Embalse Campo Alegre, con Francisco, Maiki y Cecilia. Intentábamos comprobar si el hombre antiguo pudo llegar a América en canoas. ????

Una deuda pendiente con Salta, volver a probar la cerveza Salta Negra.

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *