La mesa del desayuno en la casa de Wolff es un foro de debate político. Mientras les pide amablemente a sus tres setter irlandeses que no mastiquen el borde de la mesa unta las tostadas con mermelada de kiwi casera y amonesta con sus palabras habilitadas por 35 años de residencia en Bolivia. “Irracionalidad, populismo” – son rótulos que se repiten. Finalmente se rasca la cabeza y dice: “¿Cómo pueden estar sentados sobre reservas de gas, oro, estaño, litio y ser los mas pobres del continente?”Wolff no habla desde la incomodidad intelectual de un gringo frívolo asomado a la realidad boliviana en abreviadas vacaciones. Muy por el contrario, habla desde la experiencia de décadas de trabajo social en el país, y desde el sofá próximo a su archivo de nueve metros de artículos periodísticos de los últimas tres décadas divididos por tema. Sólo hay que preguntar. Como el Google los ojos celestes de Wolf tras escasos parpadeos comienzan a recitar fechas, cifras, porcentajes, debidamente acompañados de una sonrisa que habita la frontera entre el sarcasmo y la desesperación.
Así se van sucediendo los casos. Conversamos primero del proceso del gasolinazo, en el que Evo Morales decretó que nadie podía ganar más que el presidente y bajó su sueldo a U$S 2.000 por mes. Como los ingenieros petroleros comenzaron a irse del país, accedió a aumentarles hasta el 70% el sueldo. (siendo que recientemente le había aumentado apenas el 12% a los maestros) Para poder satisfacer tal compromiso, no tuvo mejor idea que duplicar el precio de los combustibles. Todo el mundo salió a las calles y tras dos semanas de conflictos y amenazas de inflación los maestros regresaron a sus casas luego de que les prometieran el 15% de aumento. El precio internacional del gas es tan favorable, que sorprende cómo el país no diversifica el superhabit comercial y en cambio desparrama cheques por todos los municipios para construir canchas de fútbol y mantener a los alcaldes de su lado. Mientras las nuevas leyes anti-corrupción de Evo Morales me merecen respeto porque, al parecer, efectivamente se cumplen, Wolff susurra que se está utilizando más que nada para acorralar a la oposición. Como todos los políticos tienen sus chanchadas, todos saben de que lado deben estar si quieren conservar sus negociados…
Más allá de cómo Bolivia saque partido o no del alto precio del gas o de los vicios partidistas del MAS, no se puede discutir que el país ha iniciado un camino de restitución de derechos hacia las clases postergadas que no debe desandarse. Ciudades como Sucre, sin embargo, heredaron el orgullo de la estirpe colonial española, que tanto agracia sus prolijas y enfaroladas fachadas pero que de igual manera empaña su presente con racismo y discriminación. Hay un caso emblemático. En su epicentro tenemos a César Brie, director de teatro argentino residente en la ciudad y gestor del grupo “Teatro de los Andes”, galardonado internacionalmente. Brie buscó un lenguaje teatral propio que tendiera un puente entre las técnicas del teatro occidental y las fuentes culturales andinas expresadas a través de los rituales y danzas. El movimiento cultural que produjo no tenía precedentes en Bolivia, y Sucre naturalmente se sentía orgullosa de haber sido la plataforma de su obra. Esto duró hasta las protestas del 24 de mayo de 2008. En esa oportunidad, Brie tuvo la oportunidad de filmar a una pandilla de universitarios sucrenses acorralar a un grupo de campesinos que con sus wipalas apoyaban a Evo Morales y obligarlos a besar el suelo de la plaza exclamando Sucre Capital. La quema de la bandera delante de los campesinos semidesnudos se puede ver en el video. Por fuera de la pantalla, se dice que hubo violaciones y golpizas. Por haberse pronunciado públicamente al respecto, César Brie fue socialmente excluido por las clases acomodadas de Sucre, incapaces de sobreponerse a la novedad de que la provincia esté gobernada por el MAS gracias al voto de esos campesinos. En palabras del propio Brie: si antes un campesino intentaba entrar en uno de los cafés del centro, era cortésmente invitado a retirarse. Aquí pueden ver el video.
Este año pudimos asistir a la celebración del 202 aniversario de esa misma fecha. Evo Morales y su séquito estaban en el balcón, en la misma plaza donde en 2008 lincharon a los campesinos. Sobre la celebración actual escribió Laura en su blog. Si en el post anterior se interpreta la frondosa abundancia colonial de Sucre como flores o retoños de la era colonial, hacer una lectura de la injusticia actual te obliga a caminar, a sentarte en la plaza, a leer las contradicciones y los periódicos.