Pero si la realidad tibetana era dura, la transición hacia la modernidad iba a ser traumatica. En la decada del 50 las tropas de la recientemente declarada Republica Popular China invadieron el Tibet bajo el lema de una liberacion pacifica de los tibetanos de la servidumbre de un regimen aristocratico y feudal. Desde entonces el 14to Dalai Lama ha vivido en el exilio en Dharamsala, India, sus esfuerzos por encontrar una solucion pacifica al problema valiendole un Premio Nobel de la Paz en 1990. Abierto parcialmente al turismo desde mitad de los 80s, el Tibet que me toca visitor hoy tramita el estigma de las politicas de Beijing: modernizacion, homogenizacion, fomento de la inmigracion Han, y supresion de cualquier halito independentista.
Deje Kashgar con la mochila mas pesada que habia cargado hasta entonces, culpa de las 30 barras de chocolate, las seis latas de atun, el termo para el café, la campera extra, y muchas otras extras cuyo objetivo era hacer al menos soportable el viaje por el Tibet durante el otonio. El plan: ingresar en Tibet ilegalmente por el oeste, atraves de la ruta que conecta Kashgar con Ali. Aunque esta ruta esta oficialmnte cerrada a los extranjeros, un poco de investigacion habia demostrado que una vez en Ali era posible pagar una multa por el crimen cometido y obtener a cambio un permiso de viaje, lo que prueba que la burocracia y la corrupcion son yuyos que crecen cerca. Mientras la burocracia china aportaba la dosis de incerteza que todo viaje a Tibet debe tener, habia comenzado a experimentar temor por el frio y el mal de altura.
El viaje duro exactamente 32 horas. Tras 600 km, pasado el pueblo olvidable de Dahongliutan, estabamos oficialmente en Tibet, aunque la region es tan desolada que nada lo indica mas que la altura del terreno. Mas tarde la ruta ingresa en el Aksai Chin, una parcela de territoria reclamada por India pero administrada por China. Transitamos siempre por el borde del altiplano de Chang Tang, que ocupa todo el deshabitado centro del Tibet, y sea acaso la region mas aislada de todo el planeta con excepcion de las zonas polares. Con pueblos cada 100 km como mucho el paisaje hace pensar en el emplazamiento descartado para una creacion que no sucedio. Repetidamente cruzamos pasos por sobre los 5000m. El Paso de Jieshan (5240m), decorado con tar-choks (trozos de tela con plegarias estampadas izadas de una cuerda) es el punto de inflexion cultural del paisaje. Los proximos pueblos tendran sus chortens (altares budistas) al costado del camino.
Proveniente de un escenario tan minimalista, el encuentro con Ali, una ciudad que a pesar de sus reducidas dimensiones tickea todas las casillas del modernismo chino (edificios de vidrio y azulejo y palmeras plasticas) equivale a un espejismo. Pero no solo la arquitectura es china: la mayoria de las personas que caminan por la calle tambien pertenecen a la raza amarilla, confirmando la oficialmente no existente politica inmigratoria del gobierno central con el fin de diluir la homogeneidad etnica vernacular. Algunos tibetanos caminan por la calle como forasteros en su propia tierra, efecto incrementado por el hecho de que su apariencia multicolor y algo desalineada queda rotundamente en offside frente a la gris prolijidad urbana china. Curiosamente, la mayoria de los tibetanos que se ven trabajan en la construccion, conformando la patetica imagen de un pueblo cimentando la estetica de su propia ocupacion. Cuando me doy cuenta que el disenio de las baldozas es identico a aquel en Kashgar, me pregunto seriamente si al gobierno central no le gustaria anular los contrastes del arco iris.
Ali, aunque carente de todo interes en si misma, seria el magico punto de mi itinerario donde, gracias a una de las numerosas incoherencias de la ley china, mi estadia en Tibet se volveria legal. El truco consiste en entregarse voluntariamente a los agentes de la PSB (Oficina de Seguridad Publica) encargados nominalmente de atraparte. Alli, a cambio de una multa de 40 euros y de una humilde dclaracion de culpabilidad, uno obtiene un flamante “Alien Travel Permit”. Aunque el permiso, con una miriada de sellos con estrellas rojas, es algo que algun dia enmarcare para impresionar a mis nietos, el dialogo que siguio fue una joya:
– Señor Alien, como llego Ud hasta aqui?
– En autobus desde Kashgar.
– Tiene permiso?
– Eh…ups, no…
– Eso es viajar ilegalmente por China. Deberá pagar una multa.
– Muchas gracias!
La farsa era tan obvia para todos que ni los agentes de la PSB ni los aliens perdian la sonrisa. A continuacion se nos hizo entrega de la multa, sus recibos y los permisos. Parecia que mas que una multa se nos estaba entregando un premio. Y hablo en plural porque tambien se habian allegado disfrazados de ofensores arrepentidos Anno y Chris, de Alemania, y Akatsuki, un escritor japones que en lugar de tomar fotografias guardaba en su memoria los versos que cada lugar le inspiraba. Pensando en los tibetanos habia escrito en su libreta: “Mientras bostezo, alguien contiene su ira en alguna parte. Eso me hace llorar”.
En un inicio la ruta nos trato con piedad. Akatsuki habia decidido hacer dedo conmigo hacia Toling, el pueblo mas cercano a las ruinas de Guge, y al cabo de una hora estabamos en el asiento trasero de un VW Santana de una pareja china en direccion a Namru, 60 km al sur de Ali y fin del asfalto. De fiesta, pues la pareja china no solo hablaba algo de ingles sino que nos permitio poner en el stereo un CD de Pink Floyd, que uno siempre debe tener a mano para las ocasiones en que el alma quiere volar. El VW nos dejo en un cruce de tierra que se desprendia hacia el oeste. Por su apariencia, presagiamos que esperariamos alli por dias.
Una hora mas tarde, sin embargo, abordabamos un Viejo Land Cruiser de cuatro tibetanos. Era nuestro primer tramo con tibetanos, y los primeros minutos transcurrieron entre la tension de la incomunicacion y el temor a que esperaran una gran suma de dinero una vez en destino. Despues de todo eran 4 horas de rally en exigentes condiciones. Tiempo para hablar habia, pero faltaban las palabras. O faltaban hasta que alguien menciono aquella comun a toda la humanidad: el futbol. Es ligeramente decepcionante para un viajero descubrir que personas que nunca han salido de su provincial conocen los arqueros, goleadores y tecnicos de las principales ligas del mundo. Como nuestro conductor, quien desenrrollo orgulloso el poster de Ronaldinho que cargaba en el baul…