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Extravaganza histórica
A lo largo de los siglos, debido a su ubicación en un altiplano, Etiopía pudo evolucionar según su capricho, prácticamente sin interferencias externas más allá de la torpe jugarreta militar italiana y la influencia islámica en sus provincias orientales. Tuvieron sus propios emperadores, que reclamaron descendencia ininterrumpida desde el mismísimo rey Salomón y gobernaron sin envejecimiento ni evolución ideológica hasta que un golpe de estado comunista depuso a Haile Selassie en 1975. No les alcanzó con tener su propio idioma, el amhárico, que además consideraron imprescindible tener su propio alfabeto. Dieron cuerda a su moroso calendario (según el cual estamos en el año 2008). Incluso tuvieron su propia hora. Y sobre todo, como te dirá cualquier etíope inflando el pecho de orgullo – y a veces de xenofobia- , nunca fueron colonizados por ninguna potencia extranjera, si no que firmaban tratados con ellas de igual a igual. Según algunos por error Dios los puso en África…
La ceremonia del café –y los espíritus que comen pochoclo-
Cruza de Sudán a Etiopía fue un cambio instantáneo. La ruta comenzaba a trepar al altiplano que nunca nadie había logrado arrebatar a los etíopes. Las casas de adobe estilo Medio Oriente daban lugar a las chozas circulares de madera, actualizándose la imagen del África primordial que uno tiene cargada en el imaginario. Después de un mes de desierto, volvíamos a ver árboles. Pero había un ingrediente que no era visual: no digo que una familia estaba preparando café, o que había una cafetería al costado del camino, sino más bien como que el país entero olía al café que emanaba colectivamente de todas las casas y chozas. Tenía el dato de que el café era originario de Etiopía pero no sabía que, además, era parte integral de su identidad. Lo descubrí cuando en un comercio al que me acerqué a comprar agua mineral me puse a conversar con Nowey, el hijo de la dueña. Era un comercio sencillo cuyo techo no era más que una tienda de refugiados de las Naciones Unidas reciclada. Nowey hablaba buen inglés, algo raro en Etiopía, y sintió la necesidad de presentarnos su cultura antes que a sí mismo. Cuando le dije que no sabía lo que era la ceremonia del café Nowey revoleó sus ojos como lunas oscuras y, dirigiéndole una mirada lateral a su madre sonrío discretamente y dijo: “sería un placer para nosotros que nos acompañaras mañana”. ¿Iban a bendecir granos de café? ¿tenían tramado alguna especie de show turístico por el que iba tener que pagar?”. No sabía mucho de qué se trataba pero acepté sin vueltas la propuesta.
La cita era en el mismo comercio antes del almuerzo, es decir, a las seis hora etíope. Llegamos puntuales para presenciar el ritual social, que en realidad se había iniciado una hora antes cuando la madre de Nowey –sólo las mujeres tienen la potestad- había comenzado a lavar, tostar y hervir los granos. Esto último estaba terminando de hacer cuando llegamos y la vimos en el centro de la acción, sentada en el medio de la sala. Como una sacerdotisa del cafeto, dejaba caer desde una vasija de cerámica el flujo preciso del color de la tierra sobre tacitas decoradas con banderas etíopes y, como no podía ser de otra manera, leones. Las tazas estaban colocadas en grilla sobre una mesa diminuta con cajones para cucharas y demás implementos. Esta mesita, me iba a dar cuenta, era uno de los elementos irreducibles del ritual, y podía variar desde un cajón de cervezas invertido con un repasador arriba hasta una elaborada mesa de caoba.
Pronto me di cuenta que la mujer había servido seis tazas aunque éramos cinco. Y esa fue la clave para descubrir un nuevo mundo. Al parecer, los etíopes reconocen toda una dimensión de espíritus potencialmente malignos alrededor suyo, llamados tsars, a los que intentan apaciguar reservándoles un lugar en la ceremonia. Si salpica café en la bandeja, la madre de Nowey no se molesta en limpiar, ya que las más humildes de estas entidades se conformarán incluso con esos restos. Desde ya que también hay invitados reales, porque los vecinos y familiares suelen aprovechar la reunión para ponerse al día. Según su edad, cada persona aguarda su turno para beber el café. La primera tanda, llamada abol, es la más fuerte y la preferida por los ancianos. Los adultos y jóvenes aguardan a la segunda, denominada tona, que es más suave. Los niños son los últimos y para ellos está reservada la tercera y más aguachinada de las raciones, conocida como baraka.

Los castillos de Gondar – y el fetiche imperial
El epicentro de la mística de Etiopía son sus emperadores, que ocuparon sucesivamente un trono de dos mil años de antigüedad. Parece que la reina de Sheba realizó un viaje a la corte del Rey Salomón y regresó como Dios manda, con un hijo del susodicho en su vientre que se convertiría, según la leyenda, en Menelik I, primer emperador de Etiopía allá por el año 950 AC. Todos los emperadores siguientes, por nada menos que 225 generaciones y casi 3000 años, hasta el derrocamiento de Haile Selassie, reclamaban orgullosamente su ascendencia salomónica. Practicaron incluso la religión judía, hasta que en el siglo IV unos monjes sirios que venían navegando desde la India introdujeron de casualidad el cristianismo en el siglo IV y Etiopía comenzó a poblarse de santos y monasterios.
Gondar fue la capital de este imperio desde 1636 hasta 1855, y todavía pueden visitarse los catillos, pabellones reales y jardines que le dieron a la ciudad fama mundial. Bastó ver el panorama de sus torreones bañados por la luz ámbar del atardecer para entender que aquello era más que una ruina. Esas piedras me estaban diciendo que desde las entrañas de África, Etiopía había emulado la grandeza de los reinos cristianos europeos, y se había dado a sí misma reyes, feudos y palacios. Lau y yo caminamos por el recinto real festejando el estar pisando césped (todo un lujo después de Sudán) y entramos en cada ambiente, ahora vacíos y surcados por haces de luz, construidos en un estilo que combinaba influencias moriscas, portuguesas e indias. Sobre algunas puertas podía todavía verse la estrella de David, como una divisa inequívoca y legitimadora de la conexión de las dinastías etíopes con su pasado salomónico.
Además de salas de oración con vistas a las 45 iglesias de la ciudad, salones de banquetes, librerías y archivos, había jaulas donde, hasta 1992, morían de aburrimiento leones abisinios. De vez en cuando, el emperador sacaba a pasear a los leones. De hecho, en su gira europea de 1924, una manada de estos felinos integraba su séquito, y uno de ellos fue obsequiado al rey de Inglaterra, quien a cambio le devolvió una corona que los de barba color jengibre se habían choreado en una expedición de 1868. Lo paradójico es que, en la tierra que se vanagloria de los leones, ya casi no quedan ejemplares en libertad: la superpoblación galopante ha empujado al límite de la extinción a los grandes mamíferos.


La Gondar Italiana y el orgullo –“Es que nunca fuimos colonizados”
Una de mis mayores curiosidades era si la breve ocupación italiana había dejado una impronta. Los mismos etíopes consideran el período 1935-1941 no mereció consecuencia alguna en la psiquis nacional. Al considerándose el único país africano en no haber sido colonizado, también, se excluyen voluntariamente del grupo de países que podrían adjudicar sus miserias de hoy al período colonial. (De eso quiero hablar en el próximo post) Pero esa etapa sí dejó un legado arquitectónico. La gente sigue llamando piazza, al centro de Gondar, debido a que todos los edificios fueron construidos por los italianos en un estilo art-decó simplificado, con poco ornamento pero con el toque modernista de aquellos días. Parece que los tanos pensaban quedarse mucho más tiempo, porque edificaron la oficina de correos –que sigue funcionando-, cuadras enteras de comercios, un cine e incluso casonas para alojar oficinas gubernamentales. Yo me senté en el Café Abisinia (ahora renombrado Ethiopia, para no usar el nombre dado por los italianos al país) a tomar una cerveza Sant George, sin dejar de pensar que muy probablemente mi tío abuelo se habría sentado en algún momento en el mismísimo café.
No se está quebrando la columna, está bailando
Etiopía es un país sostenido por sus ceremonias. A veces amás su unicidad, y festejás el hecho de que hasta en la manera de saludarse sean originales (no dan la mano como el resto de la humanidad sino chocan sus codos, más veces a mayor grado de amistad). Otras veces los querés matar, como cuando el kilo de paltas vale 10 pero se rehúsan a venderte medio kilo a 5 y se te quedan mirando como si les hubieras pedido 133 gramos. Nadie sabe tampoco por qué los etíopes bailan dislocándose las vértebras con espasmos epilépticos en los clips de sus canciones (ver video). Bah, me río de pura envidia porque tengo menos movimiento de cintura que una heladera. Otra incógnita es por qué pasan meses al año ayunando, en un país donde el alimento, de por sí, sabe escasear. Cuando llegamos era cuaresma, y por cincuenta y cinco días guardaban ayuno hasta el atardecer y se abstenían por competo de carnes y ciertos tipos de alimento. Este es mi primer post sobre el país, y me tienta muchísimo confesarles algunas reflexiones que me surgieron durante los tres meses que viajé por él. Es que no hay aspecto de la vida cotidiana que los etíopes, fiel a su estilo, no hagan de otra manera. La comida, la religiosidad popular, los desafíos de un país superpoblado… Me guardo estos temas para los próximos artículos. Sólo puedo adelantarles que mientras tomaba mis cervezas en el Café Ethiopia, en el centro italianizado de Gondar o desayunábamos jugo de mango en sus cafetines, no sabía qué esperar del país en términos de receptividad y hospitalidad hacia los mochileros. ¿Podríamos viajar a dedo y conectar desinteresadamente con la gente local? Por el momento espantaba las preguntas como moscas y disfrutaba del aroma a tierra húmeda mezclado con café, y observaba cómo los jóvenes detenían en medio de la calle a barbudos sacerdotes ortodoxos para besar la cruz que estos llevaban colgando. Laura y yo nos enfrentábamos a un país como ningún otro, y pronto tocaba dejar la ciudad y salir a la ruta. [mks_pullquote align=»left» width=»300″ size=»14″ bg_color=»#f6a900″ txt_color=»#ffffff»]Consejos prácticos
Alojamiento en Gondar
Nosotros nos quedamos en la Pensión Sycamore, que por 200 Birr, (unos 10 dólares) es lejos la mejor opción, porque las habitaciones están nuevas y hay wi-fi.Dónde comer
Four Sisters es el nombre de un emprendimiento de cuatro hermanas que preparan comida etíope tradicional más algunos platos internacionales. Cuando llegás el portero seguridad toca una trompeta y te reciben como a un mandatario y te convidan vino de miel casero. El lugar está bien puesto, pero casi ningún plato vale más de 5 dólares.


Me encanto la historia de estar sentado en el cafe donde quizas estuvo tu tio-abuelo, le comentaste a algun Etiope que sos familia del otrora invasor? jajaja, mi bisabuelo vino a Sudamerica de Alemania en el 45, huyendo, no puedo saber mucho ya que se cambio nombre y apellido al venir, y esa misma premisa me da a no querer saber mucho mas. Tengo que admitir que si bien te leo hace tiempo, veo una critica constante al Socialimo de tu parte que choca de lleno con mi creencia del mundo, pero vos estas haya viendolo, y yo aca sentado leyendo, por eso mismo ni voy a criticar ni dejarte de leer, el año que viene comienzo mi propio viaje, ojala logre llegar a la mitad de lo largo que fue el tuyo, y ahi podre sacar mis propias concluciones, abierto a que quizas pueda estar equivocado, aunque espero que no jaja, de todas formas, sos una excelente ventana al mundo, y es indudable lo mucho que aprendo tanto de este blog como el de tantos otros viajeros. Honestamente habia leido muy poco de Africa, si bien imaginaba una cultura distinta, no imaginaba algo tan diferente como lo q retratas aca y en el post q subiste el 22 de agosto, hacia rato que no me desvelava por quedarme leyendo, asi que espero ansioso lo nuevo que tengas para contar de un lugar donde no muchos se animan a ir a ver verdaderamente como es
Hola Kaly, gracias por le comentario! Si, fue muy loco el andar dando pasos sobre las mismas baldosas que mi antepasado, sin saberlo…. Mucha gente huyó a Argentina de Alemania después del 45. Pero no todos los que cambiaban sus nombres lo hacían porque eran criminales refugiados. Ek escenario era mucho mpás complejo: había gente a la que le cambiaban los nombres por no saber escribirlos como correspondía, otros querían olvidar toda esa etapa, y el nombre es la bandear de la identidad más fácil de cambiar. Desde ya, muchos se habían mandado macanas… En cuanto a lo que me decís sobre mis críticas que he hecho en este blog, no han sido tanto al socialismo sino al comunismo, ya que he viajado por Cuba, Venezuela y muchos países de Europa del Este que 30 años atrás vivían bajo ese sistema, que no tiene nada que ver con el socialismo como puedo entenderlo yo. Si te chocaron esas historias, pues bueno, esa era le intención, que la gente desidealice algunas banderas que son fáciles de levantar cuando vivies lejos y bajo otro sistema que te permite comer todos los días. Cuando dicen socialismo algunos miran a Caracas, pero yo pienso en Oslo, o Londres, donde para mí se aplican mucho más la equidad y ayuda social en coexistencia con el respeto por la libertad económica que en las réplicas latinas. Como dices, hay que visitar, incluso vivir en ambos países y sacar las propias conclusiones. También uso otro termómetro: yo vendo mis libros, desde este blog, a toda Latinoamérica menos a Cuba y Venezuela, donde la gente tendría que pagarme tres meses de su salario par costear el libro y el envío. Los pocos que pueden darse el lujo muchas veces no los reciben porque el correo es una mafia organizada jajja Te mando un abrazo, gracias por tu compañía en este viaje por Africa.
Hola. Que interesante trayectoria por Africa! Espero leerte más. No obstante me hacen ruido algunas cosas de tus relatos, como el vínculo de los modales con la práctica colonizadora europea. Por supuesto que relacionar para contrastar diferencias o apreciar similitudes es una forma de conocer. Igualmente imagino lo difícil de relacionarse con más gente que consideramos grosera. Aunque pienso que hay que cuidar nuestras convenciones y posicionarnos del otro lado. Sobre todo si es que mencionas aspectos históricos, para tener en cuenta las singularidades temporales y espaciales.
Aún más cuando esta gente tiene bien claro su posición frente al colonizador. Claro que dicho discurso podría verse como nacionalista y hasta xenofóbico (como tu o lau mencionaron). No obstante, descarto totalmente los modales como un «bien» de la tradición europea, al contrario, me parece que nuestro legado occidental nos delimita muchos ámbitos de nuestra vida diaria, mismos que nos impiden apreciar la vida de otros. Simplemente creo que no hay que esperar a encontrar las mismas convenciones que conocemos y procurar abrirnos a nuevos tratos. De lo contrario… ¿necesitamos nuestras convenciones sociales para quienes las carecen o por qué no nos adaptamos a sus convenciones? ¿De lo contrario, no nos volvemos colonizadores?
Pero bueno, es una pequeña disertación jeje. Espero tengan muchas aventuras que contar! Y mucha suerte!
Mar, lee bien el texto: los que adjudican su falta de amabilidad al hecho de no haber sido colonizado son los mismos etíopes. Estoy citando: no es una conclusión mía. Yo estoy igual de sorprendido que vos jaja Igual, muchas cosas de los relatos del viaje por Africa te van a hacer ruido, me hace ruido todos los dias a mi… Acá la realidad es muy distinta a los mitos políticamente correctos y prefabricados que nos enseñan en la Universidad (el relativismo cultural, etc, teorías con las que vine munido) y que sonaban progresistas en el discurso y acá se desmoronan como castillos de naipes, como todo prejuicio acuñado fuera de Africa por la culpa blanca. Te mando un abrazo desde Tanzania!
¡Hola chicos! Sentado en la compu y con una humeante taza de café negro, leo y disfruto por segunda vez del artículo… me asombra que haya tan poco conocimiento de África ¡SIENDO UN CONTINENTE!.. .Es increíble cómo el capitalismo sólo muestra lo que tiene algún tipo de rédito económico y olvidan contar las vidas de tantos millones de almas. ¡Gracias por la inspiración! En un par de meses comenzaré mi viaje sin fecha de retorno. ¡Cuídense y sigan contando estas anécdotas!
Abrazo Porteño
Luciano
Gracias Luciano por el comentario. Parece que tu viaje se acerca! Así que seremos más en el camino mostrando las vidas de esas vidas que suceden a la sombra informativa. Un abrazo!!