¿Se puede viajar a un país que no existe? A lo largo de diez años de vuelta al mundo, me ha tocado visitar sitios extraños. Territorios que alguna vez fueron reinos independientes y que hoy son una provincia china, como Tíbet, o departamentos de ultramar europeos, como la Guyana Francesa, que ocupa su extrapolado lugar al norte del Amazonas brasileño. En el Kurdistán Iraquí vi las banderas hasta hace poco proscriptas de una región autónoma y orgullosa, casi independiente, aunque en la práctica dependiente de Bagdad.
Pero nunca antes había estado en un país que, a pesar de ser independiente en la práctica, no aparece en los mapas, ni desfila bajo ninguna bandera en los Juegos Olímpicos —a pesar de tener bandera—. La República Separatista de Transnistria (oficialmente, Pridniestrovia Moldovska Republika) no es reconocida por ningún país miembro de las Naciones Unidas, y mucho menos por Moldavia, dentro de cuyos límites se ha declarado soberana en 1990. No-reconocida por los gobiernos, y des-conocida por la mayoría de los 7 billones de humanos del planeta, la pequeña república de 555.000 habitantes se abre paso sin que nadie le dé órdenes. Y mal no le va, lleva 25 años de historia, orquestados entre excentricismos y naufragios.
Visitar un país que no existe, como Transnistria, es por definición más complejo que visitar uno real, como Francia digamos. Si algún lector todavía está confundido, a no panickear pero sí permanecer atentos. No se me ocurrió escribir ficción de la noche a la mañana, Transnistria existe en serio, aunque no exista para los diplomáticos. (Ya se verá más adelante, el enredo se vuelve enternecedoramente prometedor cuando aparecen diplomáticos de países que tampoco existen pero que sí reconocen a Transnistria). Como dije antes, hubo que hacer logística.
Si querés ir a Francia vas al mostrador de la aerolínea y decís: Buenos días señorita, deme todo esto de pasajes a Francia. Pero viajar a Transnistria fue distinto. Primero, hubo que tramitar la costosa visa para Moldavia y, por supuesto, ni había que insinuar que pretendíamos visitar Transnistria, la provincia rebelde autodeclarada soberana. Una vez en Moldavia, hubo que investigar las formalidades para cruzar la frontera interna con el mencionado estado de facto sin ser acusados de espías y así llegar a Tiraspol, la capital de Transnistria. Una vez allí, había que descifrar las burocracias soviéticas del caso para registrarse y permanecer por más de las 24 horas permitidas. Básicamente, teníamos que buscar la manera de permanecer legales dentro de un país ilegal.
¿Y por qué molestarnos tanto? ¿Vale la pena? Transnistria no tiene cordilleras famosas, ni ciudades fotogénicas. En cambio, es el último país europeo en sostener los emblemas comunistas y embanderar sus calles con hoces, martillos y estatuas de Lenin, un témpano sobreviviente del colapso de la Unión Soviética. ¿Qué tanto habría de cierto en que Transnistria era el último bastión estalinista en Europa, el único en sobrevivir a la caída del muro de Berlín? Como sea, Había que ir para averiguarlo.
Desde Chisinau, la capital de Moldavia, en sí el país más pobre de Europa, viajamos 75 km hacia el sur. Apretando los dedos dentro de los guantes soportamos los dos grados bajo cero de temperatura mientras hacíamos autostop. En trece minutos frenó una pareja que hacía la mitad del camino, y en donde nos dejaron sólo esperamos dos minutos por un tramo directo hacia Bender, ciudad repartida entre Moldavia y Transnistria, y donde se produjeron los peores enfrentamientos durante la Guerra Civil de 1992 que selló las diferencias y dictó este extraño futuro de coexistencia e indiferencia.
Justo antes de Bender está la frontera. No es una soga cruzada en la ruta con dos o tres encapuchados a lo zapatista, sino una instalación hecha y derecha, con guardias y burócratas sellando papeles tras ventanas mínimas. Vi el enorme letrero con el escudo de Transnistria, luciendo los anacrónicos hoz y martillo amparados por una elipsis de espigas de trigos. El corazón me latía con ese ritmo único, incluso distinto al del amor, que él sabe acompasar cuando cruza una frontera exótica.
Diez años antes, en 2005, había fallado en mi primer intento de llegar a Transnistria, cuando fui rebotado de la frontera entre Ucrania y Moldova, viniendo desde Odessa. Esta vez, tuve mejor suerte. Le dijimos al oficial que nos atendió que nos queríamos quedar tres días y le dimos la dirección del contacto que nos alojaría. El hombre no nos selló el pasaporte. En cambio, nos dio un papel que acaba de salir de una impresora, en donde decía que teníamos hasta las 12:34 del día siguiente para salir del país. Si queríamos quedarnos más, debíamos registrarnos con la Milicia local. Lo importante era que estábamos adentro. El conductor nos dejó en Bender, y nos regaló 10 rublos para que pudiéramos tomarnos el trolebús que conecta con Tiraspol, ya que no teníamos moneda local.
A Dimitri, nuestro entusiasta anfitrión, lo contactamos por Couchsurfing. Era médico, hablaba perfecto inglés y había, además, estudiado business administration en Londres. Como el sueldo de un médico en Transnistria no era alto, intentaba transformar en hostel su departamento en un barrio de monoblocks de Tiraspol. Al publicarse este post, el hostel ya abrió sus puertas. Se llama Go Tiraspol, y queda en la calle Lenina 28. Lo pueden contactar via la Fan Page linkeada, o a través del blog del hostel.
Me imagino pocas situaciones más adrenalínicas para un viajero que caminar por la Avenida 25 de Octubre de Tiraspol. El shock sobreviene al instante, cuando uno se enfrenta al perfil marmóreo de una estatua de Lenin, estilizado con su capa al viento, frente a la sede del gobierno de Transnistria. Mientras en el resto de la exURSS los bronces de los viejos líderes comunistas fueron derribados a martillazos o apilados en sótanos, en Transnistria este tipo de reliquias soviéticas son maternalmente cuidadas y mantenidas por fondos públicos. Me quedé boquiabierto, y no había visto nada.
El ancho boulevard —lo suficientemente ancho para hacer desfilar tanques y lanzamisiles— estaba dividido por una franja parquizada donde se lucía un letrero gigante con una hoz y un martillo en el centro del escudo nacional y las fechas 1990-2014, celebrando la proclamación de la independencia de Transnistria.
¿Pero en base a qué proclamó Transnistria su independencia? Moldavia era una de las repúblicas socialistas soviéticas que formaba la URSS desde 1940. Cuando en 1990 la última comenzó a desmoronarse, Moldavia no sólo recuperó su autodeterminación y soberanía, sino que inició un proceso de revalorización cultural, declaró el moldavo el único idioma oficial y abandonó el alfabeto cirílico a favor del latino. Pero en Moldavia no habitaban solo moldavos, sino que había una fuerte presencia rusa y ucraniana, entre otras. Se habían asentado dos siglos antes en la franja oriental del río Dniestr —de allí Transnistria— cuando el general Suvurov había anexionado la zona al Imperio Ruso. Por ende, mientras Moldavia (y otras 15 ex repúblicas soviéticas) se separaban de la Madre Rusia, este bolsón étnico ruso dentro de Moldavia pataleaba en contramano de la historia para seguir siendo parte de la URSS, rimbombantemente orgullosos de ser bebedores de vodka y zapateadores de mamushka.
El problema no era menor, porque la Rusia comunista con la que se identificaban agonizaba. Gorbachov, temeroso, optó por no reconocer al nuevo país que el 2 de septiembre de 1990 se autoproclamó independiente con el largo nombre de República Socialista Soviética Moldava de Transnistria, o Приднестрóвская Молдáвская Респýблика , abreviada PMR. Lejos de apichonarse, Transnisitria redactó su propia constitución, compuso un himno, sacó de la galera el rublo de Transnistria como moneda nacional y prosiguió a elegir a Igor Smirnov como presidente.
Moldavia intentó suprimir los ánimos secesionistas, y en 1992 se desató una breve guerra civil. Transnistria tenía la ventajita de que el 14º Ejército Ruso, había quedado varado en ese territorio límbico, y con un par de chirlos contundentes mandó a las tropas moldavas con la cola entre las piernas. Nadie más volvió a joderlos. Moldavia sigue considerando a Transnistria como una leadership rebelde en su propio territorio, asterisco aparte, “sobre el que no tenemos control oficial”. Aunque ningún país brindó reconocimiento a Transnistria y se formaron comisiones europeas para solucionar la disputa, a los fines prácticos el país se autogobierna a su antojo.
Cruzando desde la sede del gobierno, un tanque T-34 emplazado como monumento, recuerda la recuperación de la ciudad de las garras del nazismo, por parte del Ejército Rojo en 1944. A pesar de estar rodeados por pura y dura memorabilia comunista, no hay que confundirse. Esos emblemas están allí para reforzar los vínculos históricos con la Madre Rusia, no como reivindicación del comunismo como sistema político. Transnistria no tiene nada de comunista. A pocos minutos del tanque, por la misma avenida, se alineaban modernos cafés con wi-fi que ofrecían sushi. De hecho, creo que Tiraspol debe ser la única ciudad del mundo donde podés comer sushi a pocos metros de una estatua de Lenin. El café se llamaba Seven Fridays, y también nosotros nos sentamos a compartir con los locales la bizarra situación de atenazar un rollo de salmón y roquefort con finos palillos de madera mientras Lenin seguía, en vano, señalando en dirección a las granjas colectivas y el estiércol.
Pensé que, quizás, quienes habían desmonumentado a Lenin del resto de Europa del Este habían tenido piedad. Era a lo mejor más digno derribar sus monumentos que exponerlos a la flexibilidad de los tiempos que vendrían, a las publicidades de tablets, a los Hummer conducidos por los capomafia locales. Caminando un poco más encontramos un salón de fiestas infantiles. Funcionaba en un antiguo monoblock soviético, pero la entrada había sido modificada para simular el castillo de Disney, con dibujos de la Sirenita y el ratón Mickey aquí y allá. Saluden al Camarada Mickey. Por supuesto, a medida que te alejás de la avenida principal hay menos sushi y más Ladas, pero el camino está marcado…
Por toda la avenida vimos posters que recordaban a los héroes locales caídos en la II Guerra Mundial, portarretratos de ancianos condecoradísimos. Los autobuses tenían ploteada la bandera tricolor rusa y el lema “¡Con Rusia hacia el futuro!”. Para Dimitri, esta conexión con las glorias pasadas era indispensable porque, sin ellas, el día a día en Transnistria sería todavía más gris. Dimitri se reía del tragicómico destino de su terruño natal sin complejos, y por eso era el guía ideal: tenía el conocimiento local, pero la neutralidad suficiente para abordar cualquier tema sin dogmas ni lealtades.
Uno de los blancos favoritos de las risas de Dimitri era el desfile anual de novias. Para el día de la independencia, cientos de mujeres con vestido de novia desfilan por la avenida 25 de octubre donde poco antes pasaron los tanques y batallones. Dimitri dice que en teoría, la albea movilización celebra las oportunidades femeninas en Transnisitria. Nadie parece objetar a la idea del casamiento como símbolo de la oportunidad, pero esto es Rusia. Como es Rusia, no hay que esperar al día de la independencia para ver chicas coquetas caminando por la calle. Ninguna sale sin maquillaje, botas, carteras, aunque sólo vayan a la panadería. Dimitri cuenta que en sus prácticas hospitalarias vio muchos casos de mujeres con problemas de circulación, consecuencia de hacerse las lindas en minifalda con treinta grados bajo cero… Bien podrían tropezar con su príncipe azul en invierno, y hay que dar una buena primera impresión.
Como todo nos parecía cada vez más interesante, decidimos quedarnos más días. La extensión de nuestra visa no era un trámite sencillo. El padre de Dimitri, dueño del departamento, debió acompañarnos a la oficina de la Milicia local, y presentar el título de propiedad del inmueble y declarar que nos quedábamos bajo su tutela. Una mujer regordeta, pálida y de labios rojos como frutillas tomó los papeles y regresó con más papeles que aprobaban la petición.
La situación me permitió observar más de cerca los documentos locales:
— Soy ciudadano de un país que no existe — dice el padre con sarcasmo.
Me extiende su documento de identidad, una libretilla roja de mala hechura con la hoz y el martillo y la palabra “Pasaporte” en cirílico. Es casi una expresión de deseo, porque para salir de su país, los transnistrianos deben utilizar pasaporte de alguna nación reconocida. Eso no les representa ningún problema: casi todos ellos tienen nacionalidad de Moldavia, Rusia o Ucrania. Como las facilidades médicas son de baja calidad, muchas mujeres van a parir a la vecina Odessa, en Ucrania. Así, oficialmente, muchos transnistrianos son moldavos que nacieron en Ucrania y hablan ruso…
Después del trámite fuimos todos al departamento a tomar té con coñac local Kvint. Había comprado una botella por sólo tres dólares. Dicen que aquí se producía el mejor coñac de la Unión Soviética, lo que explica los racimos de uvas en los emblemas oficiales. La conversación giraba en torno al no reconocimiento internacional del país. No podía entender por qué Rusia, que meses antes había tomado posesión de Crimea por ser de población mayoritariamente rusa, no aplicaba el mismo criterio de “las fronteras de la sangre” con Transnistria y la ponía bajo su manto.
— Es que este statu quo es más rentable…
Dimitri me explicó que mientras Transnistria siguiera estando entre líneas punteadas, Rusia podía amenazar a Moldavia con reconocerla si ellos los moldavos ingresaban en la OTAN o en la Unión Europea. A su vez, Moldavia recibía fondos europeos millonarios para resolver el problema, con funcionarios que cobraban sueldos para dedicarse exclusivamente a la coordinación de las relaciones con este estado-huésped.
Mi otra pregunta es de dónde sacaba la diminuta Transnisitra presupuesto para financiarse. Me interesaba saber porque, durante 20 años, era un secreto a voces que la republiqueta se nutría del tráfico de armas filtradas desde la base rusa estacionada en su territorio, sumado al ocasional contrabando de drogas y personas. En Rumania el chiste susurraba que en Transnistria la proporción era de cien prostitutas cada cien habitantes. Según Dimitri, hoy día, los fondos provienen del gas. No porque Transnistria tuviera reservas, sino porque le vendía a su propia gente el gas que Rusia le enviaba de regalo. A su vez, Rusia le reclama a Moldavia una deuda de 3 billones de dólares por ese gas ya que, según los propios moldavos, Transnistria es parte de su territorio. En jaque mate, los moldavos no podrían de golpe contradecirse y decir que, en este caso, no tienen nada que ver con Transnistria.
El mismo gobierno de Smirnov (presidente de 1991 a 2011) había sido considerado de los más fraudulentos del planeta. Según observadores internacionales, en las elecciones de 2001, el presi-dictador habría obtenido en un distrito algo así como el 103,6% de los votos… El hombre anunció que se retirará de la política cuando Transnisitria sea reconocida internacionalmente. Por ahora, no la reconoce ni el corrector ortográfico de mi procesador de texto…
La causa tiene, internacionalmente, pocos simpatizantes. Es más fácil que alguien se ponga una remera que diga “Free Tibet” porque estás bancando a mojes budistas que meditan, comen comida vegetariana y hacen mandalas. Pero ¿quién se va a poner al hombro la causa de un montón de rusos ansiosos por desfilar con tanquetas en la era del Facebook y la estevia?
El departamento de Dimitri también mostraba esta era de transición, en que una época se vierte líquidamente sobre su sucesiva. Fui a buscar una cucharita para el té, y encontré un juego de cubiertos con la estrella comunista aún brillando en sus mangos. “Eran de mi abuela” — me cuenta. Ahora, comparten espacio con palillos de sushi. Parece que Seven Fridays también hace delivery…
Hay una nebulosa de objetos desfasados como los cubiertos de la abuela de Dimitri, que dan vueltas por Transnistria sin que nadie sepa bien qué hacer con ellos. En una librería encontré un remate de atlas escolares, edición 1991, con detallados mapas de la Unión Soviética, mostrando su expansión durante la guerra y sus riquezas naturales. Lo hojee cuidándome de no demostrar excesivo entusiasmo. Países como Armenia o Lituania, y desde ya Transnistria aparecían aún dentro de los infinitos bordes de la URSS. Imprimir miles de textos escolares sobre un país que estaba por desaparecer meses después sólo podía terminar en un exceso de stock. Para mí era un pequeño tesoro, y sólo pagué por él 10 centavos de dólar.
Al día siguiente seguimos explorando la capital del país secreto de Europa. Nos levantamos temprano para ir al Mercado Central, que está detrás de la estatua del general Suvurov, y encontramos las típicas mujeres rusas, con pañuelos o gorros de lana en la cabeza, vendiendo miel, pepinillos, ajo, hortalizas o pescado…
En la avenida principal —la misma de los cafés fashion con sushi— encontramos, mirando con atención, otras rarezas. En el segundo piso de una casa de cambio ondeaban dos banderas que ni Laura ni yo pudimos identificar. Al acercarnos nos dimos cuenta que se trataba de las embajadas de Osetia del Sur y Abkhazia, otros dos estados post-soviéticos que se proclamaron independientes de Georgia y que son reconocidos solamente por Rusia, Venezuela, Nicaragua y Naurú. Como es predecible, Transnistria y sus amigos invisibles, a falta de una comunidad internacional que los confirme, se han reconocido entre sí e intercambiaron embajadores, en una especie de reverencia entre fantasmas.
El resto de la mañana la usamos buscando otro elemento de mi wish-list de Transnistria: sus monedas plásticas. Transnisitra se transformó, en 2014, en el primer país en emitir monedas de plástico compuesto. Las quería para mi colección, pero eran tan raras que los mismos locales las guardaban como souvenir. Caminamos por todos los comercios sin éxito hasta que el cajero de un banco declaró tener dos o tres repetidas, y accedió a vendérmelas si, además, compraba una botella de vino casero que hacía su suegro. Toda el episodio de desarrolló en una plaza, con un ligero aire a negocio ilegal, en fin, una experiencia transnistriana.
Pero quizás lo más bizarro fue la excursión a las Pirámides. Porque en Transnistria hay pirámides… pero no son obra de un faraón sino de Mikhail Solovyov, arquitecto local que aseguró haberlas construido para recargar las energías y salvar al pueblo de Transnistria. Oficialmente, las dedicó al 3º centenario de la armada rusa, ocurrido en 1996. En medio de la llanura infértil, junto a la aldea de Vladimirovka, aparecen de golpe tres pirámides de metal, la más grande del tamaño de una casa pequeña. El desconcierto es total cuando entrás y ves en el cuatro camas en el centro, conectadas a cables que bajan desde el vértice de la pirámide. El constructor asegura que la pirámide concentra la energía del ambiente y la combina con el poder sanador del cobre, la plata y el magnesio.
Antes de llevarnos a la ruta para hacer dedo de vuelta hacia Chisinau, Dimitri nos entregó un certificado de visita a su extraño país. Para nosotros era, además, el término de nuestra gira europea 2014. Desde mayo estábamos dando vueltas por Europa, recorriendo España, Francia, Alemania, Suiza, Italia, Albania, Kosovo, Macedonia, Bulgaria, Rumania, Moldavia y ahora, cerecita del postre, Transnistria. Habían pasado 8 meses y decidimos regresar a Argentina para las fiestas. Próximo viaje largo: ¡África! (desde mediados de enero, en este mismo blog) ¡Buenos Caminos!
Te zarpaste, no subiste foto de las monedas!
Es verdad jaja debería! Son super guapas!
Transnistria, el pais que no existe…interesante blog, aprendi algo nuevo, felicidades.
Gracias Pablo por comentar y bienvenido al blog!!
Hola. Me ha encantado tu blog, todo muy explicativo.
Quería saber si tienes información de el bus de Tiráspol a Odessa, en el sentido de si hay problemas por el hecho de que no te ponen el sello de salida desde Moldavia.
Llego desde Berlin a Chisinau vía aérea. De ahí pretendo quedarme dos dias, luego ir en bus a Tiráspol, y nuevamente ir en bus a Odessa (en tren no puedo porque leí información que solo parte algunos días y estos no me calzan con mi estadía)
En ese sentido, conviene mejor llegar a odessa desde chisinau o no habría problemas llegar desde Tiráspol?
Saludos desde Chile.
Desde Tiraspol no debrías tener problemas creo! Cuentanos luego como te fue!!
Hola, Juan. Se necesita visa para Moldavia y luego pasar a Transnistria? Yo recién (Julio 2019) entré a la página de visados.org y me dice que siendo de Argentina no necesito visa para Moldavia. Gracias por la info que me puedas pasar. Un abrazo.
Ya no se necesita visa para Moldova con pasaporte argentino!
Excelente relato. Estaba buscando información sobre este país para una nota, y es la mejor y más detallada que encontré en internet. Muchas gracias!
Muy Bueno.. No tenía idea que existía este País. Muy linda nota. Hoy lo leí en infobae, busquee ste país en google y leí tu nota.. Genial lo de ustedes!!!
Sí, parte de la nota de Infobae ha sido de hecho plagiada de esta. 🙂
Guau! Muy interesante y entretenida la nota. Desconocia por completo esto. Gracias por compartir. Saludos.
Excelente relato. Te felicito por tus viajes, que experiencia tan fuerte. Transnitría salió (un poco) del anonimato en 2009 cuando el equipo de fútbol local, fc sheriff que es el equipo del presidente. logró clasificar a la rueda de grupos de la Champions league. Lo hizo bien a su estilo. El sheriff juega en la liga Moldava ya que casi no hay otros equipos en su «país» pero disfruta de un presupuesto mayor que el de toda la liga Junta. Se cansaron de ganar campeonatos y copas, hasta que en ese año pasaron el repechaje y llegaron al cuadro principal de la Champions. Les tocó entre otros enfrentar al totenham hotspur inglés. Un equipo con mucha más historia que presente. Imagínate el impacto para jugadores profesionales, con muy buenos sueldos teniendo que viajar a tiraspol… Ojo que el estadio del sheriff es a todo culo, con instalaciones de nivel europeo. Residencia para juveniles y gimnasio de alto rendimiento incluidos.
El fc sheriff tiene página web en ruso e inglés, sin embargo para comprar su camiseta habría que viajar hasta allí ya que no hacen envíos.
No se si sos fan del fútbol, pero imagínate jugar un partido con amigos luciendo tan extraña camiseta. Si no recuerdo mal la fabricaba Adidas! Claro que solo para Moldavia.
jaja Muy buen aporte especializado al post. No, la verdad no soy del fútbol pero cuando éste arrastra anomalías geográficas como en este caso, pasa a interesarme! jejej Te mando un abrazo, la próxima vez que vaya a Tiraspol iré a ver al Sheriff de local…
Hola Juan Pablo (por donde estaras ahora!). Excelenes datos!, me sirve de mucho, ya que pienso ir por alli muy pronto. Yo tambien soy un entusiasta de los viajes, y te recomiendo (si no lo hiciste ya) un viaje en tren por Rusia. Yo uni San Petersburgo con Novosibirsk visitando lugares increibles! (Ya llegare hasta Vladivostok) Gracias, y buenos viajes!
Seguir tu consejo algún dia, aunque por el momento estamos en Africa, exactamente en Tanzania. Gracias por tu comentario, me alegra que te haya servido la info!
Muy buena la nota! llegue a este post dado que me propuse saber absolutamente todas las banderas, claramente Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria, eran la figurita difícil!
Dado que estas en Africa seguramante has leído los datos terribles sobre suazilandia, seguramente se merezca una visita! saludos!
Fede
Gracias por comentar. Hace unos días estaba en Somalilandia, pronto escribiré sobre eso en mi blog. Un abrazo!
Excelente artículo!, lo único que te faltó es haber ido a las instalaciones del Sheriff Tiraspol o ver un partido de ellos jajaa
Saludos desde Chile!
jaj tenés razón, soy muy poco futbolero y los estadios siempre los castigo con mi ausencia jaja Pero lo anoto para la próxima visita!
Gracias por presentarnos a este pais invisible!! insteresantisimo post! buenos caminos
Gracias Mariana, un abrazo desde Sudán! Pronto, si todo sale bien, estaremos en otro país ue no existe pero esta vez en Africa. Podés seguirnos por acá o por la Fan Page!
yo solo puedo decir lindo lindo lindo.. gracias por postear tan buenos relatos de la vida y gente que no conocemos … desde peru un super abrazo y buenos caminos seguros «viajero» sigue así ya eres grande.
Gracias por tus palabras Jennifer, unabrazo grande!! En menso de un mes estaremos en Somalilandia, un nuevo país» que no existe», atenta la blog!
Excelente. Interesante, bien escrito, da gusto leer.
Que tal, linda nota. Solo un detalle para que tengas en cuenta: la poblacion mundial es de 7.000 millones, no billones. 1 Billon es un millon de millones. «1.000.000.000.000», y mil millones serian, pues 3 ceros menos.
Genial relato de tan singular experiencia de viaje! Saludos viajeros!
La verdad increíble. No tenía idea de este lugar..
Qué buena experiencia Juan!
Muy bueno e interesante. Cosas locas que pasan en el mundo. Que bueno haber conocido ese pais no pais. Y muy bueno como escribis. Saludos compatriota
Abrazos desde Egipto, gracias por comentar!
Muy interesante, calculo que deben ser los primeros argentinos en esas tierras. Suerte!
Muy bueno! Me reí un rato, sobre todo con lo de los gorros y las apariencias. Justo leía tu post como descanso a la escritura de mis primeras reflexiones sobre Helsinki, en el que menciono como uno de los tópicos, los distintos modelos de moda que se pueden observar en las calles =)
Abrazos y buen viaje!
UN abrazo desde Cairo, aquí sí que la moda es muuuy loca jej
Buenisimo tu relato Juan. Siempre tuve la curiosidad de ir a alguno de estos paises no reconocidos (estuve a punto de ir a Kosovo antes de que declararan su independencia, pero el costoso seguro de auto me corto las ganas).
La escena que describis del Sushi me hizo acordar de la que yo tuve en Yalta, Ucrania> Ir al McDonalds justo enfrente de la estatua del Lenin. El pobre Lenin apuntando a otro lado y la gente igual yendo por un Happy Meal. Algo similar tambien pasaba en Mariupol (tambien Ucrania), donde el Lenin gigante estaba a pocas cuadras de un centro comercial y un supermercado.
En mi viaje por Ucrania oriental tambien disfrute mucho de ver la memorabilia Sovietica que quedaba> desde mapas viejos en estaciones de trenes hasta un avion caza sovietico devenido en monumento en medio de un parque.
Buenos caminos Juan. Abrazo de un mexicano perdido en Nueva Zelanda.
Excelentes aportes! Gracias por comentar Agustín! Ucrania también está impregnada de símbolos del pasado que sobreviven donde les permitieron… jaja Abrazo!
Muy buenoooo!!, me gustaría ver la foto de la moneda plástica me intrigo demasiado..
Y por si no lo sabían acá les dejo un video https://www.youtube.com/watch?time_continue=98&v=eCuTraqR-iY … quisiera tener ese inglés fluido jaja.
Saludos!
jajja NO había visto ese video! 🙂 Gracias por compartirlo! Che, pensé que solo comentabas por Google Plus jejje
Quedé boquiabierto Juan!!! no tenía idea de la existencia de este país!! como siempre sorprendiéndonos!! Un fuerte abrazo y mucha suerte en tu viaje por el Africa!!! (Traten de llegar a Madagascar!!! es espectacular)
Gracias Arturo! Madagascar está en la lista, igual que Mauricio, la isla que está «ahicito» jeje Un abrazo!!
Creo que jamas me atrapo tanto un relato de viaje… tan simple y a la vez tan a fondo!… en un pais que no existe en el mapa convencional… dan ganas d volar!
Que bueno, gracias por comentar, y por seguirnos!! 🙂
Interesantísimo lo que escribiste Juan. Gracias por compartir la experiencia. La verdad que jamás había escuchado hablar de este país. Felicitaciones!!! Un abrazo desde Salta =)
Salta, mi provincia favorita…. un abrazo desde Catalunia!
Hola Juan… un gusto leer tus posteos!
Te zarpaste con lo de «A Transnistria por ahora, no la reconoce ni el corrector ortográfico de mi procesador de texto…» jajajajaja!!!
Un abrazo viajero
jejje Abrazo Marcos!
Me pasó lo que a muchos, cuanto más rebuscado e intrincado es el trasfondo de la situación, más entretenida y voraz es la lectura. Hay muchísimos detalles en el nacimiento de este no-país que hacen de este relato uno de mis favoritos. El sentido de pertenencia, el reconocimiento internacional, la utilización económica y estratégica de los antiguos «dueños», simbolismos y memorabilia que van como bola sin manija rebotando por líneas punteadas del mapa y, en medio de todo eso, gente.
Renovado placer de leerte siempre Vagabundo (ya se me está haciendo costumbre esto de comentarte). Espero con ansias las voces que lleguen desde África. Buenos caminos!
P.D.: Si algún día me decido a escribir sobre espectros de viejos caballeros que se materialicen en la mesa de un bar cualquiera, en una esquina cualquiera de Buenos Aires, para retomar aquellas viejas charlas y mejorar anécdotas de antaño, quiero que sepas que acabas de regalarme el título de la novela: «REVERENCIA ENTRE FANTASMAS»
jaja que buena onda! Siempre digo que uno como escritor, es ante todo un lector ejerciendo una lectura «cazadora», a la pesca de expresiones que otro utiliza muy pragmáticamente, pero que a uno vienen a sintetizar una idea más compleja. Feliz de que unas palabras dichas al azar sirvan de título para esa prometedora obra. Sobre Transnisitria y este artículo, que bueno que la complejidad no atemorice. A veces temo que intentar explicar algunos matices hagan la lectura más trabada…. así que gracias por el aliento para seguir escribiendo de esta manera. Abrazo!! El 16 volamos a Cairo!
Apuesto porque expliques todos los matices, son bienvenidos siempre!, pues no hay lectura trabaja si como lector sabes atrapar el flujo escritor. Pura Vida Juan!
Totalmente didáctico no había oído hablar de este lugar jamás. .. faltó la foto de las monedas un abrazo
Gracias! Ahora pongo link a alguna foto de las monedas de plástico de Transnistria!
Linda nota. Gracias por compartir la experiencia. Tengo africa como posible destino para este 2016, asi que espero ansioso tus proximas entradas.
Que bueno, el 16 volamos a Cairo, bueno saber que hay gente que apoya desde el otro lado de la pantalla, gracias!!
Que maravilla !!
Alucinante! La experiencia, la redacción, las fotos acompañando cada mención.
Felicitaciones, nunca me predispuse a leer un texto tan largo desde mi teléfono móvil!! Lo comparto en face!
woow me volo la cabeza esto! que magia increible q tiene viajar solo los viajeros lo sabemos no existen palabras