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Transilvania a pata: entre la identidad y el nihilismo.

Llegué a Sighisoara (Schassburg para los sajones) con la esperanza de satisfacer tanto mi curiosidad intelectual por el caso transilvano como mi sensibilidad estética por una ciudadela medieval amurallada. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudadela albergó hasta el S.XIX los talleres de los distintos gremios de artesanos sajones, herreros, sastres o carpinteros, a los que la ciudad debe su gloria pasada. Al caminar por la plazoleta de la ciudad avisté la casa donde nació Vlad Tepes, hoy convertida en café. Afuera, un Drácula tamanio natural kitsch hasta la repulsión invita a los transeúntes a la trampa turística. Entonces entendí que las murallas no podían proteger a la ciudad del riezgo de auto- prostituirse.
Me hubiera marchado con un sentimiento de amargura (y hubiera dormido en la plazoleta) si no hubiera conocido a la gente de la ONG “Sighisoara Sustentable” que dirige sus esfuerzos en un plano local –como me explica Hans- al cumplimiento de los protocolos de Rio y Kyoto, firmados y olvidados por Rumania. Así, el 22 de septiembre, declarado Día Internacional sin Automóviles, salimos a la calle varios voluntarios a entregar panfletos trilingues que invitaban a la población a subirse a la bici o a caminar, al menos un día al anio. Grande fue nuestra sorpresa al regresar a la ciudadela y encontrar en la plaza una exposición de automóviles antiguos, aprobada por las toridades: la respuesta oficial del Municipio para la ocasión…

Poco sabido es en el extranjero que en Transilvania coexisten tres grandes tradiciones culturales. La rumana es la dominante y oficial. La húngara hecho raíces desde el S.X, y hasta 1918 se asociaba Transilvania con Hungría. La germana llegó con los sajones invitados en el S.XI por el rey de Hungría para defender el flanco sudoriental de su reino. Más interesante que el tema de la soberanía es el de la identidad. Al margen de las posturas absolutas, hay quienes defienden la singularidad de la identidad transilvana como tierra con triple herencia rumano, hungaro y sajona. Estos denuncian la postura oficial rumana como un reduccionismo, ejemplificado en la estatua de la loba romana, con Romulo y Remulo, que adorna un boulevard y cuya leyenda dice: “A Sighisoara, de la Madre Roma”. Los embates contra la identidad son, en fin, menos explícitos que aquellos dirigidos contra la soberanía. Aunque en el caso de Europa del Este las identidades regionales son secuela necesaria de la fragmentacion de sus imperios, por momentos me parece que Transilvania es al resto de Rumania lo que la Provincia de Buenos Aires es a Argentina: heterogénea y cosmopolita. Una vez un amigo peruano chilló: cuando Uds los argentinos van a Perú dicen que van a Latinoamérica. Lo que el peruano no sabía es que esos viajes a “Latinoamérica” normalmente empiezan en Salta o Jujuy, lo que desenmascara la identidad insular de los portenios. La frontera de la otredad cultural yace dentro.

De Sighisoara partí con destino a Sibiu, marchando, muchas veces a pie, por diminutas aldeas sajonas famosas por sus iglesias fortificadas. En Bierthalm abandoné sin querer el camino principal y terminé en medio de un viniedo. Fui rescatado por dos cuidadores con binoculares que vigilaban la plantación. Se llaman Dan y Norbert. Norbert es sajón y está de acuerdo con el ex-presidente alemán Herzog en eso de que no es tan fácil empacar la tierra en que naciste y llevarla contigo a Alemania. Después del masivo éxodo de los sajones en 1989, no mas de 4 o 5 familias por pueblo han quedado para atestiguar la herencia germana de la zona. Lo que tártaros y turcos no lograron lo logró la diferencia de salarios. Otra vez las murallas no pueden hacer nada. En los pueblos soy recibido por personas octagenarias que abren las puertas de sus iglesias con inmensas llaves, bellamente anacrónicas en tiempos de tarjetas magnéticas. En Toblsdorf, media docena de hombres que cargan tejas en un camión interrupen mi paso con un: Sprechen Sie Deutsch? La situación me recuerda a Spatzenkutter y Villa María, entre otras aldeas fundadas por alemanes del Volga en la Provincia de Entre Ríos. Los continentes volverán a compartir contornos antes de que los alemanes pierdan su idioma….

Luego me apresuré a visitar Rasinari, un pueblo aledanio en el que en 1911 naciera Emil Cioran, lucidísimo folósofo pesimista que alguna vez exclamara: “Qué incitación a la hilaridad, escuchar la palabra objetivo luego de asistir a un cortejo fúnebre”. En el pueblo una calle lleva su nombre y hasta hay un busto, que todas las tardes observa el desfile de vacas, cabras y pastores que pelean por un lugar en la calle con carros, personas y Dacias. Las mujeres que ocultan su cabellera en paniuelos multicolores se persignan al pasar delante del busto del filósofo que se refiriera a Niezsche como un “cándido” (frente a la casa hay una iglesia ortodoxa.) El rostro es de arcilla y parece hecho con desdén. No muy lejos hay un rostro de Goga, un poeta y patriota rumano. Este es de bronce y de buena hechura. Acaso sea demasiada carga para un pueblo rural ortodoxo el tener que celebrar al más escéptico de los filósofos.

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Acerca del Autor

Juan Pablo Villarino

Desde el 1 de mayo de 2005 recorro el mundo como mochilero para documentar la hospitalidad y la vida cotidiana de los destinos más insólitos a través de mis crónicas. Escribo libros de viaJe para contribuir a la revolución nómada.

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