Hacer snorkel en la Isla Culebra fue el primer capricho de nuestro #EscapeFantastico a Puerto Rico. No soy amante en absoluto de los deportes extremos, y de los normales tampoco. Cuesta hacerme subir a una bicicleta y desde la infancia consideré a las pelotas de vóley poco menos que municiones enemigas de las que huir. Pero el snorkel es mi sagrada excepción. La primera vez que lo experimenté fue en el Mar Rojo, en Egipto, al inicio de mi viaje, en diciembre de 2005. Me enamoré. Lo redescubrí en Playa Blanca, Cartagena, hace un par de años y tuve una de las mejores experiencias subacuáticas de mi vida en la Isla Gorgona. Aquí en Puerto Rico me esperaba otro paraíso. Lo bueno –y lo extraño- es que la isla estaba muy cerca de San Juan, a apenas 45 minutos de nuestro hotel. Para saber más sobre los Escapes Fantásticos que ofrece la cadena Intercontinental, hacé clic en el enlace.
Fajardo es el puerto desde el cual se aborda el ferry para llegar a la Isla Culebra. Se puede ir tanto de forma independiente como a través de una agencia de turismo de aventura. Acostumbramos hacer las cosas de forma independiente, incluso, de forma independentista me animo a decir. De hecho, estoy escribiendo estas líneas desde una granja en Francia, habiendo conciliado el sueño junto a dos cabras y un gallo hipertenso y despertador, maravillas del autostop. Y entonces los recuerdos de las horas vividas en Isla Culebra me flotan, me hacen cosquillas con perfumes que ya fueron pero siguen en la memoria.
El ferry se demora casi dos horas en llegar, pero por momentos uno no quiere que llegue a ninguna parte, pues hay barra libre de sándwiches y piña colada. Al llegar a destino, uno se puede encontrar en un estado en ensueño. Seguro que así se ven más peces, más grandes y de tonos más vívidos. ¿Podré entonces discernir lo vivido de lo alucinado piñacoladamente? Veamos, la primera escala fue netamente para hacer snorkel junto a un arrecife de coral. Si bien la calidad del snorkel era buena, quedé sorprendido por los corales. Que parecían flamear en el fondo del mar.
Playa Flamenco: entre las 10 mejores playas de arena blanca del mundo
Cada sitio permanece en la memoria por algo. Cuanto más viajás, ese algo se especializa cada vez más, tiene que realmente destacar para que el gran fichero lo registre. Y la Isla Culebra será para mí siempre sinónimo de Playa Flamenco, que está entre las 10 mejores playas del mundo. Soy marplatense, nací a metros de una costa de aguas frías y borrascosas (y aún así, ¡qué encanto tiene el Atlántico Sur!) El encuentro con Playa Flamenco iba a ser necesariamente idílico. La arena parecía azúcar, el color del agua, un truco fotográfico. Cerré los ojos y apreté reset, me olvidé de aquel artículo que tenía que escribir, de que pronto se nos venía un viaje de un año y aún no sabía donde se saca la visa de Uzbequistán, de que la vida no dura para siempre. Eternidad inducida por aguas cristalinas. Nirvana. Pero lo mejor todavía no había llegado. Caminando hasta el final de la playa nos encontramos con un tanque de guerra embutido en la arena, corroído y grafiteado. Puerto Rico fue zona de maniobras militares de la Marina de los EE.UU hasta los años 70. El tanque es ahora una colourful landmark, un recordatorio herrumbroso, el lienzo más provocador que se me ocurre para garabatear una frase de Calle 13.
Kayak en la bahía bioluminiscente
La otra actividad singular que se puede realizar en Puerto Rico sin alejarse mucho de San Juan es una excursión en kayak a la bahía bioluminiscente en Fajardo, no my lejos de donde se embarca para isla Culebra. Es una excursión que se realiza en grupos de hasta 10 kayaks liderados por un guía. Como son kayaks dobles, es ideal para hacer en pareja. El chiste de la excursión era alcanzar una laguna donde hay una concentración inusualmente alta de dinoflagelados, que son unos microorganismos similares a un dínamo, que cargan luz solar y la devuelven durante la noche. Sin embargo, para mi lo más divertido fue remar por los manglares, luchar contra la corriente para no terminar incrustados en las ramas, ver cómo Laura se confundía crónicamente derecha con izquierda cuando coordinábamos para remar en la misma dirección. El kayak debería ser declarado terapéutico para la pareja, si esto no te hace concordar para trabajar en equipo, ¡nada lo hará!
Genial, genial genial!!!!!! Juan y Laura ahora ustedes dos son mi motor para saber q viajar por el mundo es posible y que puedo elegir la vida que quiero…