Es muy famoso el dicho “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”. Lo que nadie dice es que detrás de cada viajero, lo que hay es una madre preocupada. Por más que nos esforcemos en disimular o cambiar de tema, lo cierto es que donde nosotros vemos mapas, fronteras y adrenalina, ellas ven microbios, bandidos y pirañas. El día que le dije a mi vieja que estaba en Finlandia muy feliz y que por las noches los renos se acercaban a merodear mi carpa, abrió la enciclopedia para asegurarse de que los renos no comieran mochileros o, por lo menos, que no fueran carnívoros. Curiosamente, cuando entré en Irak, su preocupación fue de una liviandad cosmética, y apenas me preguntó, con dulzona inquisición, si me había puesto todas las vacunas.
El día que me mordió un perro en India –de esos sarnosos que parecen sobrellevar en vida la ultratumba- ni le avisé. ¿Para qué? Si ella ya soñaba por las noches que me enfrentaba con cánidos de espumosa dentadura y, de todas maneras, tenía todo un panteón de 33 millones de dioses a los que ponerme a rezar, siguiendo las sugerencias de la doctora que me atendió en un hospital privado de la capital india. Si ella hubiera visto el aspecto de esos dioses, creo que le hubieran dado más miedo que los mismísimos fosos con cocodrilos, langostas o terroristas que en su mente me acechaban. Y claro, un Ganesh con cabeza de elefante es algo muy distinto al crucifijo al que ella siempre implora mi resguardo. Ese crucifijo al que mira siempre antes de acostarse, antes de volver a soñar que soy un chiquilín amenazado por las olas de mi Mar del Plata natal. Porque, en los sueños de mi mamá, yo siempre tengo 5 años y el mar siempre está picado.
Los miedos son comunes, como también lo es el instinto materno. Lo que no es pasto es la fortaleza que tiene que cultivar una madre para poder dejar a volar a un hijo por sus propios cielos. La misma persona que nos enseñó a caminar se enfrenta, en algún momento, ante el desafío de dejar que usemos esa habilidad motriz para alejarnos. Algunas madres nunca lo superan: lo aceptan a regañadientes. Otras utilizan diversas versiones del chantaje emocional o la versión onda Naciones Unidas (si te vas te cortamos los víveres, la línea crediticia, etc) para retener al inquieto retoño. Recibo muchos mails, tanto de hijos que luchan contras sus madres en pánico y de madres en pánico que buscan entender a sus hijos que arman la mochila.
– ¿Qué va a ser de su futuro? ¿Qué va a hacer cuando vuelva?
– Señora, nadie dijo que vaya a volver.
Otros tienen más suerte. Hace poco recibí un mail largo, en el que un viajero, entre otras cosas, narraba el episodio de la despedida con su familia:
“Estaba en Plaza Miserere cuando abrí mi mochila de ataque y tenía un paquete con una carta. La vieja no se había animado a dármelo en persona porque sabía que íbamos a llorar. Así que me encontré con una carta que hablaba de las alas y las raíces que los padres intentan dar a sus hijos. Y adjunto estaba su libro “Vagabundeando en el Eje del Mal” con una advertencia de mi mamucha: tal vez me arrepienta de darte esto, porque seguro te va a dar cuerda para seguir vagabundeando por ahí.”
Yo soy de los que se considera afortunado. Más allá de los miedos de madre, mi vieja nunca intentó hacer nada para impedir mi libertad. Por el contrario, sin darse cuenta la fomentó, dejando demasiado a mano los Atlas o los álbumes de fotos de cuando ella y mi viejo vivieron un año en Boston, en 1960. Aquella vez que me contó que mi abuela siciliana, a quien no conocí, solía decir “Tutto il mondo é casa nostra” no hizo más que animarme a pensar en un mundo sin fronteras y con puertas que, en vez de cerrarse, daban la bienvenida.
Aclaro que mis viejos no fueron viajeros. Las fotos que circulaban por los armarios de mi infancia tenían más que ver con los viajes de mi viejo como sonarista del ARA Brown de la Marina argentina en la década del 60 que con aventuras con mochila. Por eso, más noble todavía se vuelve esa paciencia ante los rumbos azarosos que tomaron mis pasos.
Sin más vueltas, quería compartir con ustedes esta poesía, que escribió mi vieja hace pocos días. Creo que refleja muy íntimamente lo que toda madre de un viajero siente por ese hijo que decide salir a los caminos.
Tu pequeña huella
Tu pequeña huella
Entraba holgada en el hueco de mi mano,
tus ojos miraban deslumbrados
el mundo que te recibía.
Tu pequeña huella… mi niño vagabundo
Por un tiempo exploró junto a la mía,
pero buscabas
tal vez
algo más:
el horizonte, acrobacias escondidas
en la dinámica sin fin del universo.
Un día mi huella retrasó su marcha,
Perdida en un recodo del camino
Pero siguió la tuya agigantada
Por la ilusión irrefrenable de tus sueños.
Que perseguirán a tu sombra en el desierto,
Y harán imborrable tu marcha sobre el hielo.
Se alejó tu paso de mi paso,
Y aunque tiembla mi alma día a día
Soy feliz,
Cuando al afianzar tu identidad
Encuentras tu identidad y tu destino.
Te atrajo siempre mirar con nuevos ojos.
Hiciste tuyo el pesar de otras personas
Olvidadas bajo el ondear de sus banderas
¡Adelante viajero de la vida
Sigue el rumbo del sol y de los pájaros!
Tu madre te espera en el regreso
Para estrecharte con un abrazo y con un beso.
Beatriz Catania, enero de 2014
Hermoso hermoso hermoso !!!!
Hola Juan, me parece el tema de las madres muy interesante para un viajero eso es lo que a uno lo pone a dudar para viajar, ellas nos sobreprotegen y eso puede llegar a ser nocivo. La mía se dió por vencida ella sabe que a mí me gusta andar y lo pero no fue fácil le tomo años. Ojalá pudieras ahondar más sobre tu experiencia con tu madre, un viajero que ha dejado casa muchas veces. Abrazo Laura
Que bella poesía, que hermosa tu madre. Ahora ya se a quien heredaste tus dotes de escritor. Amé tanto tu reflexión como la pesos de tu madre. Un abrazo inmenso Juan! Siempre disfruto de leerte!
Hoy 31 de diciembre de 2016 hace un año te tenia en casa hijo…recibimos el año juntos y en enero del 2017 arrancaste una nueva aventura, segado por tus sueños y encontrar tu lugar en el mundo…..en compañia de tu fiel Luca el perro que eligio seguir tus sueños y cuidarte.
Ya hacen 6 meses que no te comunicas y no se de ustedes…..se hace mut dificil para una madre que lo unico que quiero saber es que estas bien, recorriendo.
Te imagino en lugares solitarios y paradisiacos…..felizzz pero solo quiero oirte decir Mami!!!
Todos los dias te espero que llegues o que suene el telefono y solo saber de ti!!
Santiago donde estes ….solo saber que estas bien y que sigas persiguiendo tus sueños y ser feliz….tu felicidad de ser errante escapandole a la rutina.
Te amo hijo
Esperemos que Santiago se comunique pronto con vos!! Feliz año!!
Sabes que soy de Uruguay, hace un par d meses atras Salimos con mi Amiga d mochilera, unos dias Antes d salir hbian Muerto Dos chicas.. No t das idea, Los nervios, LA desesperacion entendible d Nuestras madres.. Aun asi emprendimos El viaje.. Y sabes q.. fue lo mejor q nos paso en la Vida.. Volvimos xq Las obligaciones pendiente nos obbligaban a volver.. Fue Hermoso un Placer, nos espera Peru El año q viene.. Salud mochileros..
Que bueno que se animaron a salir igual a pesar del miedo viralizado por la televisión. Gracias por comentar en el blog, saludos desde Etiopía!
se me pianta un lagrimón 🙂
totalmente identificada con el informe, mi hija viajo a new zealand en mayo del año pdo, junto a una amiga y depues fue el novio, a trabajar, en diciembre vino un mes para las fiestas y mi cumple y se volvio,siguio trabajando alla y a fines de agosto sw fueron de viaje por el sudeste asiatico hoy estan en tailandia, en noviembre se vuelve a nueva zelanda y creo que vuelve en el verano,no lo se con seguridad. Solo espero que vuelva cuento los dias, es asi se extraña y wa dificil a nosotros los padres nos cuesta entender tanto tiempo, para q si aca tenia todo su familia trabajo estudio amigos pero bueno queria tener otras experiencias de vida conocer otros lugares, es su felicidad asiq tratamos de acptar, pero quermos q vuelva yaaaaa
Que bello!!! Cuanto verdad y en cada palabra y cuanto llore!!!.Me encanto!!!!
Hola! Tengo a mi hija viajando con su novio desde agosto, ellos están bien pero una no se acostumbra a no tenerlos y aún más si el regreso no tiene fecha! Mi hija me mandó este fragmento, en el día de la madre, estaba trabajando, y solo pude leer las primeras palabras xq me inundaron las lágrimas! Gracias a ella y a vos por estas palabras .
Fuerza María, que a veces es la distancia lo que nos lleva a estar más cerca!
que hermosa es tu mamá
A mi mamá le va a gustar leer esto =) Gracias.
Hola! Juan! como va? hermoso lo que escribio tu vieja, creo que detras de toda madre temerosa, estan las ansias porque uno vuele y se encuentre. Realmente hermoso el articulo! Te amndo un Abrazo y buenas rutas!! Gracias por lo que comparten siempre!
Gracias Caro por estar del otro lado!! Nos da fuerzas!!
Qué preciosidad de entrada.
Enhorabuena.
A mi me hacía gracia que cuando trabajaba como monitora llevando niños en verano a que estudiaran a EEUU o UK mi madre estaba igual de preocupada que las madres de los niños. Y sin embargo, para esas otras madres yo era la persona de confianza, la que les daba la seguridad.
Así es la vida. Crecemos y nos convertimos en personas con nuestros propios caminos.
Un abrazo y una vez más, enhorabuena por esta bonita reflexión.
ïa de El Caldero de Nimuë
jaja Curioso ese caso! Lo que demuestra que tanto el miedo como la confianza son a veces tan irracionales, tan imposibles de racionalizar… Gracias por el comentario!
Jamas pense que me convertiria en carretera, me emociona tanto leer esto que siento que hasta el Corazon está en lágrimas, aun recuerdo cuando mi mamita me fue a dejar a lá carretera de Rancagua en lá camioneta para que me fuera a deo quien sabe a donde, con mi mochila y mi guitarra, en vez de darme dinero me dio una piedra por que ella sabe que el dinero se acabaria pero esa piedrita para mi seria invaluable, hoy esa piedrita está conmigo aqui en Brasil y de seguro seguirá viajando… La madre de un viajero es como mi piedrita tiene mucha fuerza para soportar el dolor de la distancia, lá paciencia para soportar el paso del tiempo y es de un valor incalculable, te amo Silvana Margarita Alarcón Rojas eres cada parte de lo que soy!!! Gracias amigo por compartir tus vivencias!!
Emotivo, gracias por compartirlo!!
Muy lindo! Y claro que llega, desde que compro el pasaje para volver a casa mi vieja empieza con el «falta poco», aunque falten 6 meses!!! Y lo del chantaje emocional tipo el «volvé mientras estamos vivos»!!! Pero la entiendo. Es verdad que ser madre de una viajera no será nada fácil…
Hermoso lo que escribiste, me hizo pensar y reflexionar mucho… En un momento que me encuentro luchando contra mis miedos, y las exigencias de mi familia, para ver si logro extender alas….me sirvió. Gracias
Me llegó hasta las lágrimas y es que como hija, saber de sus sufrimientos, de sus miedos, de sus interrogantes, de sus noches sin dormir y de sus madrugadas y desvelos en oración, me quebrantan el corazón, añorando, deseando no ser la causante de tanto dolor y tanta angustia… Porque nunca pasa, nunca se resignan y sin saberlo poco a poco fueron cómplices de haber anidado en muchas de esas almas viajeras, la inquietud del más allá, de la continua esperanza en conocer el lado humano del mundo, en conocer otros mundos en este mismo mundo, dejándonos saber que era posible hacerlo. Como mujer, amante de los viajes y deseando para un hij@ todas esas vivencias, creo que llegado el momento de verlos partir, no será menos difícil hacerlo… Para un viajer@ el mundo es mucho más grande que lo que se conoce, que lo que publican, que lo que pasan en un reportaje, noticia o documental, pero para ellas, al fin y al cabo, un hij@ es la vida y el mundo mismo.
Qué hermosas palabras! Nada más bello que las alas que nos regalan nuestras mamás sin importarles el destino del vuelo que emprendamos!