De la ciudad de Hama, donde acampe por dos dias en la orilla del rio Orontes, me habían atraído sus norias (palabra aramea que significa molino) que desde hace 500 años chapotean en el rio, demostrando la orientacion de la ciencia islamica clasica hacia los ingenios mecanicos complejos. Sin mucho mas que detenerme en Hama sali rumbo a las ruinas de Shmamis, una ciudadela del 1000 AC, que dista 20 kms de Hama por una ruta secundaria.
Dos obreros del destino disfrazados de árabes en motocicleta se encargarían, sin embargo,de que nunca llegara. Me incorporaron con mochila y todo a la ya sobrecargada moto y salimos rumbo a la aldea de Al Kafar, a 7 kms de mi objetivo. Al Kafar tiene en común con el resto de las aldeas sirias el minarete de su mezquita y sus calles orbitadas por «tarturas», una endémica cruza centaurica entre la moto y la camioneta, con tres ruedas, un manubrio, y una desproporcionada caja que los propietarios insisten en decorar con calcos de Ferrari… Son una oda a la esperanza.




Lo que Al Kafar y las aldeas circundantes tienen de impar lo estaba por descubrir. Buscando donde comprar comida (mi plan original era acampar en la ciudadela en ruinas) un joven llamado Hasan me impuso su ayuda. Andaba en moto, me ordenó subir y aceleramos rumbo al mercado. Todo aquel que tenia una moto a mano, propia o ajena, saltó encima y se nos pegó como rémora, de manera que lo que llego al mercado parecía un encuentro motoquero o el funeral de los Chips. Luego no pude rechazar un te en su casa, y fue el inicio del secuestro.
Primero no caía. Algo andaba mal, pero no podía precisar que. La hermana de Hasan y una amiga suya entraron en la habitación, saludaron, y tomaron asiento a mi lado. Ninguna de ellas llevaba velo. En el momento no hice pregunta alguna. Luego vino una invitación a tomar mate a la casa de amigos de la familia. Allí había dos chicas más en las mismas inusuales condiciones: sin velo y hablando de igual a igual con un desconocido del sexo opuesto (yo). Hasan, que se venia riendo de mi desconcierto, finalmente fue piadoso y me pregunto:
– ¿Notas algo distinto al resto de Siria?»
– Si – confesé, y me explico que toda la zona pertenece a la minoría ismaeli, una secta minoritaria del Islam que conforma el 2% de la población siria.
– Nuestro Imam, el Aga Khan, que vive en Paris, nos da la libertad» – declara Hasan.
Los ismaelies consideran que muchos aspectos de la sharia (ley islamica) se ocupan de aspectos meramente estéticos y no merecen observancia. Asi, sus mujeres no llevan velo, puede interactuar con los hombres de igual a igual sin que ello sea considerado obsceno, y hasta se permiten el escabio, como comprobé con felicidad por la noche, al entrar Hasan en la sala con tres latas de Stella hecha bajo licencia en Egipto. Mi sorpresa delataba que me habia acostumbrado a la cotidianidad siria donde la mujer es poco mas que un amable electrodoméstico.Pero en algo se parecen los ismaelies al resto de los musulmanes: son hospitalarios hasta el punto del secuestro:
– Desde el momento en que comes de nuestro plato perteneces a la familia» – dice Hasan (y no tiene cara de estar jodiendo).


Finalmente partí, rumbo al oasis perdido de Palmira, cuyo millón de palmeras y masivas ruinas romanas irrumpen en medio al desierto. Porque caminaba rumbo al desierto, hacia el legendario río Eufrates. El cartel rutero, al indicar las distancias, me recuerda algo que ya se: «Palmira 160, Dair es Zor 380, Bagdad 800». Si, es la ruta que en definitiva lleva a Irak. Los primeros kilómetros los hice en un hermoso De Soto ’54. Me dejó, de noche, en el cruce de Homs, donde me rescato un «trompita» (apodo de los mochileros argentinos para el Mercedes 1114) color amarillo patito, con patente del Libano, y remolcando 40 toneladas de ladrillo. Al volante Ahmed, quien con la ultima luz del desierto relata la nacionalidad de los camiones tanque que vienen en sentido opuesto, mirando sus patentes. «Jordania, Siria, Irak…». Me deja en Al Fruqlos.
Aunque estamos lejisimos de la frontera iraqui toda la zona esta muy militarizada. Al bajarme del camión ya era de noche y casi no noté a mi izquierda la garita policial con tres guardias armados. Ellos se encargaron de que los notara, no obstante, y salieron ametralladora en una mano, senia de «a donde vas?» en la otra. Le explico que camino alrededor del mundo, que voy a Palmira, que pienso acampar en su pueblo.
– Pero va a llover» –me responde.
Como respuesta di un saltito con mochila y todo y me situe bajo el alero de la garita, lo que hizo morir de risa a los tres gendarmes que ergo me invitaron a pasar. Dos fusiles AK-47 que reposan contra la pared son desplazados sobre una cama haciendo lugar para la mochila (buen trueque! pense). Al ver las armas exclamo: no soy americano!. Es una joda y la entienden.


– ¿Pero de donde sos?» – reclaman. En ese momento descubro que sobre el escritorio hay tres mates, dos vacios y uno lavado.
– De ahí» –digo señalandolos.
– ¿Argentina?» Estan chochos, me hacen sentar y charlamos de nuestros paises. Uno de ellos hace la mimica de un disparo de cañón y luego la de un ninio llorando, señalando al Este, hacia Irak. Hace referencia a la matanza de niños inocentes por bombas americanas. Otro festeja las protestas de Mar del Plata diciendo:
– Argentina, No Bush, No Bush…
Me dieron donde dormir, y por la mañana me embarcaron en un vehículo derecho a Palmira. Más que las ruinas, de todas formas, era la humanidad de la gente del desierto, su sensibilidad a las problemáticas y tragedias del país vecino, y su facilidad para adoptar a un andariego, el aprendizaje más importante que me llevaba de este rincón tan poco viajado de Siria.
Leer estas historias hoy es una sorpresa y un deleite, gracias. Duele mucho leer la triste actualidad de estos mismos lugares y su gente. Saludos!
Very nice site! » »
Gracias amigos por seguir mis pasos y por tomarse el tiempo de dejar unas lineas. A la distancai, esas lineas significan mucho para mi. Un abrazo y buenos caminos!
Acrobata del Camino.(Juan)
Wau, me dan escalofríos tus relatos, pero todavía no comprendo cuál es el nombre de esta sensación… Sin dudas, estas lianas que nos mandás con aquellos rincones del mundo que nos son velados por las distancias en kms de cultura y de política internacional, contribuyen a acercarnos ( oa cercarme) a una emoción cada vez más potente que parece universal…
Hay algo que se aproxima a las nociones de revolución… Algo entre alegria y angustia frente al mundo. ¿Qué será, en realidad?
Mientras tanto solo puedo decir: waaauuu.
Abrazos.
uy uy uyyyyyy que placer el mate en el desierto… casi como el monte, pero con menos yankys.
me alegra tanto que estes en tan intransitadas rutas que brindo
con lo que tengo a mano, una botella de pisco que contiene agua fria
Salu !
Daniel, sin el guille esta vez
Este posteo se hace un sufrimiento.. las correrias(no las de patoruzito ) en que andas se me hacen una agonia y una necesidad casi continua de desandar ,mas no sea ,el camino hasta mi casa de unos pobrisimos 5 kilometros , caparazones de cemento ,luces de neon y taxis .Pero como todo tiene su precio ,ya trocare esta realidad por algo mas decente .Ahora bien ,lo del mate ,me supera ! Un abrazo ,Roman