Guayaquil es el clásico caso de ciudad que sin ser la capital de un país es uno de sus nodos económicos. Mientras Quito es la capital administrativa, colonial y como encantada de esa paz serrana, Guayaquil siempre fue el puerto rebelde, progresista, y con un sentido de identidad vuelto hacia sí misma. En el contexto político ecuatoriano de nuestros días, es conocida como la ciudad de los pelucones, palabra inventada por el presidente Correa para referirse a los oligarcas conservadores. Obviamente, habría que ser poseedor de una frente demasiado angosta para interpretar que ese adjetivo es representativo de toda la ciudad, o de su espíritu histórico.
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En el aeropuerto de esta ciudad aterricé, proveniente de una gélida Buenos Aires, para encontrarme con una temperatura local de 29 centígrados. En el aeropuerto me esperaban José Matías y Ricardo Ramírez, médicos ecuatorianos y miembros del Movimiento Mundial para la Salud de los Pueblos. También conozco a Antonio Chacra, médico argentino proveniente de Rosario, especialista en atención primaria y niñez, invitado a dar una conferencia sobre los niños y la televisión. Los tres salimos a cenar la primera noche al Malecón del Estero, hecho tristemente famoso por Jaime Gallegos Lara en su novela “Las Cruces sobre el Agua”, que retrata (exquisitamente, hay que leerlo) la revuelta de los panaderos de Guayaquil en 1922.

Los días que siguen visitamos distintos ámbitos de la ciudad, en particular la
Facultad de Medicina. José Matías nos va presentando como “compañeros médicos extranjeros”. Entonces Antonio interrumpe para explicar que no somos extranjeros, sino latinoamericanos, y yo, para explicar que no soy médico, sin escritor. José Matías, hábil para las relaciones humanas, demora sólo un segundo en compensar a Antonio, y lo reivindica como “un compañero médico latinoamericano, que viene de Rosario, la ciudad del Che”. Esto hace que Antonio recuerde con melancolía que no podrá estar para la inauguración de la estatura al Che Guevara, la semana entrante, en Rosario.
Entramos en muchos recintos académicos, siendo siempre recibidos con manos tendidas, y escuchando siempre la presentación de José Matías, cada vez mejor entonada, casi heroica, en la que resaltaba que éramos latinoamericanos, aunque olvidaba por ratos que yo no era médico. Me acostumbré rápido y no me costó mucho poner cara de serio y omitir corrección alguna. Siempre hay que ser gentil y recibir las sorpresas y regalos de la vida: de pronto era un médico paseando por los pasillos de la Facultad de Medicina de Guayaquil.


Vamos en el auto de José Matías esquivando taxis Lada amarillos a los bocinazos. Como si fuera normal y sin desconcentrarse, se las arregla para conversar con nosotros y hasta reprocharnos siempre con esa amabilidad que le imprime su pausado acento cantado. “Mis alumnos me preguntan, ¿cómo hizo la Argentina para generar a alguien como el Che Guevara y luego no ser capaz de liberarse a sí misma? Tras visitar un
Centro Médico de Especialidades patrocinado por el MSP, llegamos a la sede de la Unión Nacional de Educadores, donde nos esperan en los estudios de “Noti UNE”, donde tanto Antonio como yo contamos nuestras experiencias, él sobre sus charlas sobre niñez, yo sobre el libro que he venido a presentar.

Por la noche sigue nuestra tertulia, acompañada por mariscos y jugo de sandía, algo bien del Guayas. Antonio y yo estamos de acuerdo en que hay en el aire una efervescencia, un optimismo, como en la Argentina de los años 70. Claro, hacemos el reparo de que Correa, el presidente ecuatoriano, tiene rasgos de autoritarismo. Los locales, tan esperanzados como analíticos, explican su posición: sería antidialéctico no pensar que Correa puede avanzar y dejar de rendir pleitesía al sector privado. En especial, no se entiende como Correa proclama ser de izquierda mientras sigue dando licencias a emprendimientos mineros extranjeros. Hace poco la policía reprimió a los pobladores de Dayume, movilizados para protestar contra las minerías en el mismo día de la visita de Correa a esa localidad.
A un maestro le pusieron dinamita en su mochila para luego acusarlo, proverbialmente, de terrorismo. La contradicción entre las nuevas izquierdas latinoamericanas a este nivel es lamentable, y traiciona la efervescencia de quienes realmente quieren introducir cambios.
Acaso la realidad la agenda de la clase política se parezca más al jugo de sandía que bebemos…
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rafael correa es un sirviente de la oligarquia quiteña y cuencana ,Rafael Correa era profesor en la UNIVERSIDAD SAN FRANCISCO DE QUITO LA MAS CARA , ELITISTA Y EXCLUYENTE DE LAS UNIVERSIDADES ECUATORIANAS , rafael correa tiene chef belga , viaja con 150 burocrtas (con gastos pagados por el contribuyente ecuatoriano) todos estos socialistas en su mayoria de Quito y Cuenca han pasado de la indigencia a la opulencia con la ROBOlucion de rafael correa IGUAL QUE SU JEFE son robolucionarios de cafetin , planifican su ”lucha de clases ” en hoteles 5 estrellas , gana latisueldos sin dar nada a cambio al pais ,son criminales y prepotentes ,taimados y cobardes