Cuando llegamos a la Escuela Superior de Comercio nº46 de Santa Fé temimos que nadie tuviera interés en escucharnos. Llovía a cántaros y los alumnos iban y venían por el pasillo intentando que les dejaran salir antes por la lluvia y la ausencia de algún profesor. Sin emabrgo, una vez que comenzaron a salir las imágenes de nuestra pequeña linterna mágica, no necesitamos volvera pedir silencio. Me llevo de recuerdo de este evento la frase de uno de los profesores: “Me encanta lo que hacen chicos, pero yo soy más de cuidar los ladrillos”
Como abejitas nómadas seguimos remontando el curso de los ríos Paraná y Paraguay, y en Formosa, nos detuvimos en la Escuela Nº2. Aún flota en nuestro recuerdo el aroma a tiza de esa escuela tan prolijita, con sus alum nos con escarapela y sus galerías que parecen salidas de una ilustración de Billiken.
Nunca habíamos visto chicos tan curiosos. No sólo querían saber si habíamos estado en tal o cual país, sino si habíamos conocido a sus jugadores de fútbol. Algunos chicos venían de Juan B. Alberdi, pueblo paraguayo en la otra orilla del río. Ellos nos enseñaron nuestras priemras palabras en guarani. Gracias a todos los que nos ayudan a seguir viajando por el mundo difundiendo la diversidad cultural y desparramando semillas de esperanza. Para saber sobre nuestro proyecto y cómo poner tu granito de arena leé aquí.
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