BOLIVIA MÁS ALLÁ DE LO SIMBÓLICO

Salgo de Bermejo bien temprano. Mi dedo se desplaza en el mapa de Bolivia y se frena en la ciudad de Tarija, dos centímetros, o doscientos kilómetros más arriba. Salgo a la ruta, como siempre. Con un insólito interrogante, como nunca. ¿Se podrá viajar a dedo en Bolivia? En Bolivia, el mito de que no se puede hacer dedo, proviene claramente de los viajeros que en realidad no lo han intentado en dicho país, tentados con razón por el bajísimo costo de los buses. Por otro lado, casi todos los vehículos particulares son taxis, formales o informales, y los camioneros suelen cobrar la mitad del valor del bus por llevar pasajeros, e indican con carteles su destino. También es notoria la escasez de vehículos particulares. Claro, con ese panorama, ¿por qué no subirse a un bus que además es barato? Pero el país con menos automóviles per cápita es Afganistán (1 cada 1000 habitantes) y ni siquiera allí había tenido problemas. La verdad, que llevaba ya varios días sin dormir en una cama, y estando algo castigado por las lluvias que me agarraron en las yungas tucumanas, quería llegar a Tarija, donde tenía contactos, para lavar ropa, componerme, y salir entonces sí en busca de nuevas aventuras. Pero tampoco podría haber tomado un bus sin sacarme la duda. Y entonces extendí mi pulgar, junto al río Bermejo, donde las copas de los árboles parecen rascar las nubes que se atascan entre los montes.


Dejo pasar los vehículos que son obviamente taxis, y freno una 4×4, pero cuando escuchan que no tengo dinero aceleran. No me rindo, y 20 minutos más tarde detengo un viejo jeep verde. Conducen dos campesinos, les explico que realizo un largo viaje, hasta México (temo que decir Alaska carezca de significado) y que no tengo dinero para “la flota” (bus). Ellos entonces se convierten en mis primeros conductores bolivianos. Pero me advierten: “Pero mire que más al norte ya no lo auxilean a uno si no le conocen. Ahí ya son 100% bolivianos” Esta declaración resume el sentido de identidad regional. En el departamento de Tarija, donde estamos, los autodenominados chapacos se sienten más cerca de Argentina que de la Bolivia altiplánica. Volviendo al jeep,un Willys americano, aún estoy averiguando su modelo de fabricación. Estimo que es del 48, por lo que sería un nuevo record de antigüedad de vehículo en mis viajes, actualmente en manos de un De Soto 1954 que me llevó en Siria. Al menos hasta que me levanten los Zapp en su Graham Paige 1928.
El jeep me llevó unos 20 kilómetros y entró a un campo. Aún me quedaban 190 para llegar a Tarija. Y entonces frenó el bus. Le dije que no dos veces, y el ayudante del conductor bajó tanto el precio para que subiera, de 20 a 10 bolivianos (6 pesos) que terminé aceptando, y dormí casi todo el trecho, algo que jamás hago cuando viajo a dedo. Pero bueno, cuando voy en bus no siento que estoy viajando realmente, por eso pierdo interés en mirar incluso el paisaje, me duermo… Las yungas se esfuman durante una siesta consentida por el asiento reclinado, me despierto con cerros más altos con poca vegetación, incluso algún que otro cardón medio desorientado, como espías enviados por el altiplano al reino húmedo del Sud…

La ciudad de Tarija es una de las más prósperas de Bolivia, y la más limpia. Es la única región vitivinícola de Bolivia, y mantiene una profunda identificación histórica con Argentina. Los comercios están bien equipados, mayor proporción de coches nuevos circulan por las calles, y asfalto por todas partes. Acomodo mis cosas en la casa de Jose Luis, mi anfitrión de Couchsurfing, y salgo a caminar. En el muro de una casa de venta de computadoras portátiles se lee “Evo Cabrón”. Estamos en época de elecciones y los grafitos están a la orden del día. Automóviles con altoparlantes que despiden canciones conocidas aunque con sus letras alteradas en favor de uno u otro candidato patrullan la ciudad. Durante mi estadía en Tarija hablé con personas de distintos grupos sobre política, para ver qué opinaban sobre el proyecto nacional de Evo Morales, quien llegó al poder con una mayoría de votos proveniente de las zonas pobres del altiplano. La prima de José Luis, que tiene un local de venta de ropa, está férreamente en contra. “Si seguimos con este indio estamos fregados”.
En Bolivia, la política se ha vuelto en la última década un tema étnico. Y como siempre, detrás hay un motivo económico: el gas del subsuelo tarijeño, una inmensa reserva que Bolivia exporta a Brasil y Argentina. Las regalías del gas, que antes se repartían entre los 9 departamentos en partes iguales, ahora les llegaran a cada departamento en proporción a sus habitantes. Por eso, en casi todo Tarija se lee la frase “Evo ladrón”. Ese tipo de discusiones son, digamos, válidas. Lo que cuesta asimilar es el odio racial con que está cargada la discusión. Porque la prima de José Luis deja de hablar del gas y subraya: “porque cuando vamos a La Paz nos tratan mal, nos dicen que somos descendientes de españoles. Nos dicen “caras” y nosotros les respondemos que ellos son “kollas”. Resulta casi imposible establecer una puntuación de este odio. La historia puede demostrar que el español esclavizó durante siglos la cultura local, y que las elites económicas de la Bolivia independiente continuaron la explotación. Pero aún no me convenzo de que la revancha sea un camino maduro, Y no queda claro hasta que punto no es una muletilla discursiva del MAS, el partido gobernante. Mi interlocutora se queda de una declaración de Evo a sus bases: “De ahora en adelante hay que andar con el fusil bajo el poncho”. Lo cierto es que hoy, de ambos lados existe un odio infantil. Bolivia me hacer recordar a Afganistán, un coágulo de identidades regionales incómodamente reunidas bajo una misma bandera. Kabul, Herat, Kandahar, Sucre, Tarija, La Paz… Qué historia tan familiar.

José Luis pasa casi todo el día en la universidad donde estudia ingeniería, por lo que ceno por lo general con su abuela de 80 años, quién está más allá del bien, del mal, e incluso de Evo. Ella canta sus coplas, recuerda cuando “todo esto era campo” y me dice que para ella, los pájaros que cantan a la mañana están alabando a Dios. Recuerdo a Marley cuando dice: “Three little birds, right on my doorstep, singing a song, so beautiful and true, this is my message to you”. José Luis piensa muy diferente a su prima. Para él, con Evo es la primera vez que se intenta unir a toda la diversidad cultural del país. Dice que su prima tiene en la cabeza el chip del discurso regionalista instalado por “las logias que dominan esta ciudad”. Además de estudiante, José Luis es un metalero devoto, y ha organizado la presentación en Tarija de una banda de black metal colombiana llamada Astreas Domains, a la que fuimos, por lo que mis días en Tarija tuvieron un flair metalero que me trajo nostalgia. Después de todo, memoricé primero las letras de Iron Maiden que la del himno nacional, y aprendí a hablar alemán con las letras de Lacrimosa, durante mi hermética adolescencia. Luego del recital pasamos varias horas tomando singani (licor de uva) y vino tarijeño en un banco de la plaza, con la banda y sus fans, según José Luis asustando de paso “a las logias y demiurgos de esta ciudad, aunque nos vigile los de Inteligencia”. Entre toda esa hermandad de cuero negro, apareció de pronto un joven que se desprendió la camisa para mostrarme el tatuaje de una esvástica, y me dijo que él era nazi y justo a tiempo llegó José Luis para abrazarlo y atenuar su idiotez. “El año pasado era comunista” – me dijo, y mostró en el otro brazo otro tatuaje, del Che, pero al que ahora le había agregado unos colmillos de vampiro, en parte porque el pibe se creía vampiro, en parte porque no había manera de disfrazarlo de otra cosa. En fin, un vampiro nazi santacruceño… Si pudiera organizar un zoológico humano con algunos de los personajes que conozco en mis viajes…

Así fueron mis días en Tarija, con una gran dualidad. Durante el día caminaba por los mercados, observaba a la gente, pensaba sobre la situación política, y por las noches escuchaba a José Luis leerme su teoría del caos, que opone el cosmos, de tres dimensiones, al caos, que es pandimensional. Mientras que el cosmos es regido por la ley de causa y efecto, el caos sería akármico y origen de todas las cosas. En medio a tanta alquimia pasaba la abuelita de José Luis cantando sus copla de Pascuas… Afuera, Bolivia se preparaba para las elecciones. En la TV estatal, circulan las noticias sobre Cuba y Venezuela con desesperada frecuencia. Un programa de artesanías muestra a un hombre tallando alegremente una hoz y martillo comunistas. ¡Me encantan los países que van en contramano! En cualquier momento el Evo amanece ordenando importar todas las estatuas de Lenín destronadas de las plazas de Polonia, Bielorrusia, Ucrania…

Y con tanto elemento ideológico en el aire, no puedo dejar de indagar, quiero ver en qué medida el bello discurso del estado plurinacional campesino y revolucionario produce cambios en la realidad. Claro, eso no va a ser fácil, pues acabo de llegar a Bolivia, deberé caminar mucho y no sólo hablar con los habitantes de las ciudades. Pero por ahora estoy en una ciudad. Ahora tengo enfrente a una socióloga, que se llama Trinidad. ¿Hay cambios reales con Evo? – le pregunto, y la verdad que viajo por este país con mi mente como página en blanco. En primera instancia, el tipo cae simpático, aparece como un romántico reivindicador de los campesinos e pueblos originarios. Pero quiero ver un poco más allá. Trinidad piensa que Evo ha visibilizado a los campesinos, que antes apenas gozaban de una menoscaba presencia tácita en la sociedad boliviana. Los ha dotado de aspectos simbólicos de reconocimiento social –dice Trinidad con esa clara dicción de los bolivianos que antes de comerse una “s” se cortarían la lengua. Lo que dice me hace acordar a unos apuntes fotocopiados de la facultad donde un señor llamado Bourdieu hablaba del capital simbólico.

¿Y en concreto? ¿Algo ha cambiado? La renta universal a los mayores de 60 años, llamada ahora Renta Boli-vida, ya existía bajo el gobierna del derechista Lozada, con el nombre de Bono-Sol. Sí se le puede adjudicar la creación del Bono Juancito Pinto, que otorga a niños de escuelas públicas unos 200 Bs. al año. A pesar de que gracias al alto precio internacional del gas, el gobierno ha manejado cinco veces más dinero que las gestiones precedentes, para Trinidad se ha quedado en el discurso. Hay proyectos de asistencia financiera a proyectos productivos comunitarios, pero aún no se ven obras. Es innegable el avance en la construcción de escuelas y polideportivos, en parte con las camionadas de petrodólares venezolanos. Las primeras son de utilidad, los polideportivos son más caballo de Troya del populismo que otra cosa. Muchos se preguntan quién diablos le va a devolver a Venezuela todos esos millones de dólares. Y siguiendo con el tema de la ideología, con curiosas algunas declaraciones del amigo Evo, quien dice que no le interesan los licenciados y los masterados, sino que él quiere a la dirigencia sindical en el control social. No sé por qué, cada vez que en América Latina hay un guiño de esperanza, una luz de giro a la izquierda, enseguida le sale al cruce el caudillismo y el amiguismo. O sea que los que van a controlar que no se malversen los fondos de cada proyectos van a ser sujetos como el gordo Moyano. Yo prefiero el socialismo a la escandinava che, si quienes toman las decisiones técnicas son licenciados y expertos en números, burócratas, fríos y si es posible aburridos, de traje, corbata, y lentes culo de botella, mejor. Siempre van a robar menos que nuestros héroes de camisa arremangada que fuman 43/70 y después de cagan en el pueblo. Pero bueno, las muchedumbres prefieren ser tuteadas y asaltadas por gente simpática y cuentachistes, a lo Menem, a lo Pinochet.

Desde que llegué a Tarija que leo los muros que lo mandan al diablo al Evo, tratándolo de Indio o Kolla. Para Trinidad, Evo ha hecho bandera de tensiones preexistentes y odios regionales. Es una movida política, es verdad, pero no deja de estar mal que alguien haya colocado a Bolivia frente a un espejo. Otra duda es si podrá transformarse en el proveedor eficaz de un intangible que una a los bolivianos por sobre sus máscaras regionales. Y digo máscaras porque es mucho más fácil decirse chapaco o cruceño o lo que sea, que reconocer la fatalidad que implica la nacionalidad boliviana, con su Mar perdido y demás tangos, con su ser nacional victimizado. Ojalá lo logre, y el estado plurinacional vaya mucho más allá de un revanchismo histórico racial con una base de adeptos en el altiplano empobrecido que espere del gobierno al que vota, ya no el chori y el vino, sino la chicha y el api. Y más allá de lo simbólico, del perdonable misticismo (los representantes de las comunidades indígenas lo coronaron con flores en Tiwanaku) y del cuestionable populismo, todos esperan frutos concretos, como el avance de la Reforma Agraria y la redistribución de tierras en el Oriente.
Cambiando de tema, desde que llegué a Bolivia puedo darme el lujo de sentarme a almorzar o cenar, generalmente en los mercados, pues una comida completa cuesta entre uno y dos dólares. En realidad, es así en casi todo el continente, y en todo Asía y Africa. En Argentina, en cambio, país con hambre y a la vez exportador de alimentos, da mucha gracia que no existan opciones económicas para comer barato. Tenemos el pudor a lo popular de los suizos aunque el desempleo de Mozambique, ¿quién nos entiende? Debe ser que nos gusta vivir mal. Mientras los audaces argentinos hacen malabarismos para alimentarse y mantener su orgullo al mismo tiempo, en Bolivia la más humilde de las cholitas o peones se sienta a sus anchas en la mesa del mercado, que comparte con otros desconocidos que ya están comiendo, y pide, por un par de monedas, un sopa de maní, y luego un suculento plato de arroz, papas, ensalada y pollo. La comida es preparada ahicito, en la cabecera de la mesa, por una mujer a la que el resto llama “mamita”. ¡Y la verdad que el diseño de la escena, la proximidad y la amistad, le confieren a la escena una calidez maternal. ¿Y qué mejor para un Acróbata andariego como yo, lejos de cualquier tipo de familia, que comer en un mercado boliviano? Además, debo alimentarme, las rutas bolivianas esperan, venía postergando lanzarme a esta pirueta, la de internarme en Bolivia para conocer a su gente, más allá de los discursos y las banderas.

13 comentarios de “BOLIVIA MÁS ALLÁ DE LO SIMBÓLICO

  1. Tati C. dice:

    Excelente relato Juan!! Buscando rutas para un viaje a África ..llegue a tu relato de mi pueblo chico (Tarija, chura tierra Chapaca) ..te felicito! me encantó, supiste plasmar en texto la realidad del momento!!
    Que sigan los viajes y los relatos!!
    Saludos

  2. Daniela Falcón dice:

    Cuanta dignidad se respira en Bolivia a pesar de la mala fama que se les ha hecho en Argentina, «lo atamo con alambre» y la vida continúa, no «con lo que falta» sino con lo que hay.
    salud y que siga el gran viaje!

  3. Juan Villarino dice:

    Gracias Carlinhos por tu comentario. En serio cuando escribía imaginaba que esarías de acuerdo en más de un punto….

    Belluomo! Thanks for keep an eye on my blog. I do remember you. Not too many Americans speak Italian! And yes, it was a bus ride from Puno to the border…

    Juan

  4. Carlinhos dice:

    te felicito por esta crónica, que está bien escrita y hace una análisis sosegado, prudente y atento a la realidad boliviana…

  5. Belluomo dice:

    Very good commentary on Bolivia! I really liked your analysis and your experience in Tarija. I don’t know if you remember me. We shared a combi from Puno to Desaguadero one day a few years ago. I was on my way back to La Paz, could it have been coming from Cusco in May/June of 2008? Yes, I think it was that. It’s good to keep following you. I wish the best for Bolivia. After almost a year living there it is very close to my heart. good luck on your travels friend!

  6. Anonymous dice:

    Hola Juan, este es el primer relato que leo y la primera vez que escribo en un blog.
    Estoy segura que me enamorare de tus cronicas..
    Paula

  7. mariam dice:

    Juan,

    Tenho estado a seguir essa fantástica aventura! Obrigada (gracias) e parabéns pela tua coragem!

    um sorriso 🙂
    mariam

    nota 1: é possível publicares mais imagens desses lugares menos conhecidos?
    nota 2: escrevo em português, porque acho que me compreendes 🙂

  8. antonio dice:

    Muy buena maestro, esta parte está genial.

    Lo de que «no se puede» hacer autostop en Bolivia me recuerda a Corea del Sur. Los «popes» del hitchhiking también tenían metido en la cabeza que en Corea del Sur «no se puede» hacer autostop… al final el motivo era el mismo que en tu caso, resulta que hay una red de autobuses completa y barata, al final es tentador y claro.

    Cosas del dedo

    A por ellos!

  9. Anonymous dice:

    que lo pan con queso!!!
    esperaba noticias, es como un diario, como las paginas del mejor libro; todo se disfruta, todo se espera de este blog.
    que sigas con el pulgar bien alto!

    (no demores…, que me hiciste adicto)
    boyero

  10. Anonymous dice:

    Excelente relato Juan. Acá en el SINAUMAR (Sindicato de Autostopistas Marplatenses) (ja! hasta suena bien, no?) quedamos en vigilia permanente a la espera de nuevas noticias respecto de la hospitalidad de las rutas bolivianas para con aquellos que osan pulgarizar el horizonte!
    Un abrazo grande!

    Pablo

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