ESTO ES KOSOVO

– ¿Y si vamos a Kosovo?

Desde que empecé esta vuelta al mundo a dedo en 2005, siempre sentí una pasión por incluir con mis pasos a los  países menos nombrados, a los territorios inclasificables, donde sus propios habitantes hacen una pausa para calcular la respuesta cuando les preguntan where are you from. Quizás porque es allí donde más evidente se hace la artificialidad de las fronteras. Así, nunca dudé en encaminarme al Kurdistán Iraquí, o a la Guyana Francesa, o al Tíbet.

Volví a tener ese reboce de adrenalina cuando, hace poco, nos acercamos a la frontera entre Albania y Kosovo, un territorio independiente desde 2008, aunque sólo reconocido por 108 países en el mundo. Yo no sabía casi nada de Kosovo, y todas las guerras de la ex Yugoeslavia se fundían en un matete de mi memoria.

Las postales de humanidad y los vestigios de la tragedia que iban a desfilar por mi retina en los días siguientes harían que ya nunca pudiera olvidar este país. Este post es sobre la gente de Kosovo, sobre los gestos que tuvieron con nosotros viajando a dedo por su cordial país. Así, cuando en los siguientes posts les cuento sobre las ciudades que recorrimos, ya sabrán la calidad humana que las puebla.

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¡A pocos metros de llegar a un nuevo país (nº62) de la vuelta al mundo!

Cruzamos la frontera desde Kukes, Albania, con la sonrisa del caso. Cuando sé que deberé cruzar una frontera terrestre, me levanto inquieto como nene en el día de su cumpleaños. No me molestan los controles ni las miradas burocráticamente escanciadas sobre mi pasaporte argento. Es el momento quintaesencial del viaje.  Ya sé que la palabra quintaesencial no existe Word ¡no sabés aceptar ni un neologismo che! Volviendo al tema, no son guardias de frontera, no, son sacerdotes del sacro pasaje a un nuevo país, sólo que no lo saben.

La ruta de Tirana a Kosovo es una autopista como las que no se ven en el resto de Albania, acaso porque los albaneses en el fondo del corazón saben que Kosovo es Albania, y los kosovares se dicen albaneses antes que kosovares, y entonces si un buen día la sinceridad y el sentido común toman por asalto a los diplomáticos y Kosovo se une a Albania, ¿qué más práctico que ya tener una rápida autopista conectando esta diástole y sístole? El conductor del VW Golf que nos frena tras 13 minutos de espera también sufre de esta identidad tan bicéfala como el águila de la bandera albanesa. Es kosovar, porque habita en el flamante estado de Kosovo, pero es albanés, porque qué otra cosa son los kosovares sino la minoría étnica albanesa en el antiguo territorio serbio, hoy independiente.

Nos muestra los dos pasaportes y sonríe con picardía, como resignándose a lo absurdo del caso. Por la ventana el paisaje verde nos sorprende. Kosovo es verde y con colinas suaves pastadas por vacas. Las casas son sólidas y modernas, por lo general de dos pisos, y han sido construidas con las remesas enviadas por toda una generación exiliada.

Nuestro conductor nos deja en el centro de una ciudad mediana. No tenemos ni idea donde estamos. Es normal que cuando viajás a dedo te dejen en un sitio cuyo nombre ignorás y no es necesario saber. Este se llama Drenas, nos lo señala en el mapa que acabamos de comprar un hombre que vende helados a 25 centavos de euro en una peatonal repleta de niños que han salido de la escuela. Los niños abandonan al mercader de cucuruchos y nos corretean jalando de las tiras de nuestras mochilas. Uno pregunta si es un paracaídas.

Me quedo paralizado, porque la última vez que un niño me preguntó lo mismo fue en Siria, otra región con antecedentes bélicos. Por suerte, la guerra aquí en Kosovo quedó lejos y los niños revolotean felices con remeras con el ratón Mickey y se acercan con total confianza a alguien que no habla una palabra de su idioma. Recuerdo cuando en Argentina la palabra Kosovo se mediatizó y llegó a utilizarse como sinónimo de despiole, de caos, de barbarie. Qué felicidad, gracias piernas por llevarme por el mundo constatando los cadáveres de mitos caducos.

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Con tal comité de bienvenida, las cosas solo podían mejorar… Mientras caminamos por la ruta haciendo dedo, en las afueras de Drenas, un hombre sesentón nos hace señas desde su verdísimo jardín. “¡Qué lindo lugar donde poner la carpa!” – me dice Lau mientras el hombre añade a sus mímicas la seña de tomar un café. Al acercarnos, nos habla en alemán y le pide a su mujer que nos sirva el café (al estilo turco, como en Albania). Pronto estamos sentados en la mesita del jardín merendando con Ervin, su mujer quince años menor, y sus dos hijos gemelos de siete años que nos orbitan centrífugamente mientras se pelean por un sapo de peluche verde fluo. Ervin vivió 18 años en Suiza, y de joven viajó a dedo por toda Europa, e incluso caminó desde Cracovia hasta Gdansk. A la noche considera imprescindible sentarnos en un restaurante  a degustar un “pollo a la Skanderberg”, relleno con queso, un sufrimiento… Ni qué decir que de regreso no hubo que armar la carpa, teníamos una habitación para nosotros solos. Lo que recordaré siempre de Ervin, es que remarcaba constantemente que entendía nuestro estilo de vida. Había en ese recordatorio una búsqueda de hermandad y, a través de ese reflejo, un intento de reconciliación con una faceta relegada de sí mismo.

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Al día siguiente extendemos el pulgar nuevamente en la ruta, a la salida de Drenas, habiendo ingerido más desayuno que el que cualquier humano debería. El taxista informal de una van VW Transporter se detiene, y sus ganas de acompañarnos un tramo puede más que las de ganar 2 euros. Se llama Asslan, y está tan feliz que no le cobra a ninguno de los pasajeros que sube en los siguientes 20 kilómetros hasta Prekaz. Habla inglés aceptablemente, y asegura querer mostrarnos “algo muy importante para entender Kosovo”. Estaciona la combi junto a un parque, y nos indica que lo sigamos hasta un predio con casas derruidas y embanderadas con la foto de un soldado barbudo fusil en mano. No sabemos que nos acercamos al corazón de Kosovo.

La masacre de Prekaz fue perpetrada el 5 de marzo de 1998 por el Ejército Serbio contra la casa de la familia Jashari. Al asesinar a Adem Jashari, lo hicieron inmortal y encendieron la mecha de la independencia de Kosovo. La familia había fundado el Ejército de Liberación de Kosovo (KLA) en los 90s, que buscaba separar a Kosovo de la desvirtuada Yugoeslavia de Milosevic. En la época del Mariscal Tito, Yugoeslavia había sabido integrar a los albaneses de Kosovo con relativa calma y autonomía dentro de una confederación de países eslavos como Serbia, Bosnia, Croacia, Eslovenia y Montenegro. Cuando asume el dictador Milosevic, esta autonomía se vio suprimida, y empezó la lucha por la independencia. Tras varias escaramuzas y tiroteos con las patrullas serbias, la familia Jashari fue acorralada en su propia residencia por un batallón que contaba con apoyo logístico de helicópteros.  Les dieron dos horas para rendirse, pero ellos prefirieron resistir hasta el último hombre. Los cien policías serbios que esperaban afuera no dudaron, por su parte, en disparar hasta la última bala. Les pareció un daño colateral menor que dentro hubiera ancianos, mujeres y unos diez niños. Sesenta personas murieron, incluido Adem Jashari, que pocos días antes había sido declarado oficialmente «terrorista»…

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Los kosovares tienen una verdadera confusión de símbolos patrios, y la bandera nacional albanesa es usada como referencia étnica mientras que la del estado de Kosovo, brilla casi siempre por su ausencia.
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No contábamos con que Chuk Norris era el héroe nacional de Kosovo.

Adem fue declarado post-mortem “héroe de Kosovo” y el Aeropuerto Internacional de Pristina y el Teatro Nacional llevan su nombre. Su foto cruza de Che Guevara con Chuk Norris empapela el país. Y los restos de la casa familiar son hoy un sitio de peregrinación. En los muros no hay sitio para más orificios de balas o huecos de mortero. Y sin embargo, hay un broche trémulo que desde hace más de quince años, oscila en una soga y que nadie se atrevió a descolgar. La supervivencia de un objeto frágil te oprime el pecho con el doble de fuerza que la caída de un gigante. Hay todo un sistema de pasarelas que rodea la casa en ruinas e incluso un tinglado que  protege de los elementos y del olvido a la evidencia de la limpieza étnica que legitima hoy día la existencia de un Kosovo independiente.

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Ese mismo día llegamos a la ciudad de Mitrovica, pero sobre esa ciudad, la única en la que albaneses y serbios conviven frágilmente, separados por un río, y sobre Pristina, la capital del joven país, les voy a contar más adelante. El otro episodio que quiero relatar sucedió cuando ya íbamos de salida, y buscábamos visitar la ciudad de Prizren antes de cruzar a Macedonia.

Habíamos salido de Pristina a dedo, y después de varios tramos cortos con conductores apáticos, nos frenó  Mohamed, que debe ser el nombre masculino más común desde Kosovo hasta Cachemira. Mohamed Palushi tiene 45 años y una campera verde manzana que le queda como si tuviera 20. Como ya estamos acostumbrados, el alemán desplaza al inglés como idioma internacional. Desde hace 20 años, vive en Alemania.

Si habla despacito, le entendemos mejor que a los mismos alemanes. En un tono didáctico y optimista, nos cuenta la historia de su país, rescata con emotiva nostalgia la etapa yugoeslava de Tito y se queja de que si bien ahora el país se está recuperando, la gente debe empezar a pensar en generar proyectos, y no solo en comprar y vender.

Y mientras lo dice, al costado de la ruta observo baldíos repletos de autos usados traídos de otros países europeos, todos a medio desguazar. Pero lo que más me sorprende de Mohamed es su visión humanista: “Los hombres deben ser puentes. Lo que ustedes hacen es muy importante”. Y sus palabras cruzaron por este puente hasta tus pupilas.

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El atlas, lo primero que pedimos cuando nos preguntan de dónde somos. A ver si ya dejamos atrás el conjunto vacío de reconocernos por los equipos de fútbol o los nombres de algún goleador soquete.
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No son las casas en ruinas que muchos imaginan al escuchar la palabra Kosovo…

Cuando nos invita a su casa, no lo dudamos un instante. Vive a 15 km de Prizren, la única ciudad bella de Kosovo según los parámetros turísticos. Nos deja para que recorramos y a las dos horas nos pasa a buscar. Con el dinero que ganó en Alemania, Mohammed construyó dos casas, una para su familia, y otra, a pocos metros, exclusiva para él, de muros naranjas y puerta azul, con mesada en isla y una ducha que sale hasta del costado. En la alfombradísima sala de estar, nos esperan  su madre con el pañuelo en la cabeza, y su padre con el sombrero de plis, símbolo de la “albanidad”. Dice con orgullo que en los 15 años que vivió en el extranjero nunca dejó de usarlo.

Pronto la mesa se puebla de café, baklava y jugo de durazno, y Donna, la hermana de Mohammed, habla con Laura sobre bodas y vestidos, que es sobre lo que deben conversar dos mujeres al Este de Viena. Le muestran fotos de sus casamientos y le regalan chocolates, caramelos y colgantes, para ella y para su madre, “porque algún día regresarás a Argentina.” La arquitectura moderna, el dinero enviado desde Alemania, y el auto con cierre centralizado no han sofocado a la hospitalidad que llegó a esta zona a lomo de mula o camello.

Todo es como una sobredosis de caricias, como Prizren mismo, una ciudad que en mi memoria olerá siempre a los perfumes artesanales que se probó Laura y reverbera en el ámbar que se acodaba en las cúpulas de las mezquitas.

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Nunca entendimos bien si era un traje típico por una boda, por un casamiento, o si es que uno de los niños era además príncipe, pero todo muy bonito….
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La familia Palushi, unos grandes de corazón que le pusieron un contenido humano muy fuerte a nuestro paso por Kosovo.

La cereza del postre tiene lugar a la mañana siguiente cuando ya estamos sentados en el auto y Mohammed nos lleva a la ruta para seguir haciendo dedo rumbo a Macedonia. Mohammed repite que lo llamemos si tenemos cualquier contrariedad mientras estemos en los Balcanes…

–  Buenos, muchas gracias.

–  No, no, cualquier problema, cualquier problema, yo puedo ayudar Juan…

–  Es muy amable…

–  Es más quisiera sponsorear el resto de su camino hasta Skopje, déjenme regalarles cincuenta euros.

–  No, pero…

–  Si, si, acepten, es mi placer, lo hago por mí, porque creo que es importante que continúen su misión.

El billete amarillo se dobla en el aire, otra versión de los puentes posibles que pueden construir los seres humanos cuando deciden compartir recursos, ya sea para construir una vivienda familiar o para ayudar a dos peregrinos mochila al hombro. Un país que se recupera poco a poco de una guerra cruenta, y que atesora sus heridas como faro del futuro, es capaz de los gestos más humanos porque sabe precisamente el valor de lo que la anomia social amenaza con diluir.

33 comentarios de “ESTO ES KOSOVO

  1. Carolina dice:

    Me encanta cómo relatás tu paso por Kosovo. Tuve el placer de visitarlo en 2017 y me llenó de satisfacción conocer Pristina, Pristen y su gente. Abrazos y ojalá pronto podamos retomar las rutas y caminos

  2. Teresa dice:

    Me encanto el articulo sin duda una experiencia que no olvidaras , me gustaría ir allá y pasar todo eso en familia, gracias por compartir el blog , Saludos.

  3. Luis Alejandro Valencia dice:

    Mohammed… Este muchacho debe ser de otro planeta, Lo que hizo con ustedes no tiene nombre de verdad, un ángel en el camino. Mas allá de los 50 Euros les abrió las puertas de su casa y su familia y eso no tiene como pagarse. Corrijo, no debe ser de otro planeta, los de otro planeta somos nosotros. Esa debería ser la esencia humana, o quizás lo es.

  4. Ricardo dice:

    «…A ver si ya dejamos atrás el conjunto vacío de reconocernos por los equipos de fútbol o los nombres de algún goleador soquete…». APLAUDO, y lo hago de pie. ¡BRAVO!
    Sigan así, chicos. Saludos desde el Chaco.-

  5. Hernan Vidal dice:

    Juan ,si bien en la zona hay un predominio albanes,y de hecho el idioma mas predominante obviamente es ese,lei en la wiki que tambien se habla serbio,bosnio turco y romani,si no es correcto corregime ya que vos sabes mejor ya que has estado en la zona.Gracias.

    • Juan Pablo Villarino dice:

      Si, el serbio se habla más que nada en Mitrovica (hay un post sobre esta ciudad en el blog) y en algunas localidades de minoría serbia como Gracanica, al sur de Pristina. Lo que quise decir es que el albanés es la lengua principal… pero no la única claro. Abrazo!

  6. Hernan Vidal dice:

    imposible no comentar querido Juan.Lo que he aprendido sobre este lugar del planeta gracias a tu relato no tiene goyete como decia mi abuela..no se si es la palabra adecuada pero me salio che! jajaj, de hecho me impulsastes a buscar la historia de este lugar ,desde sus inicios y el porque de todo,imposible no querer saber mas.Al menos es mi experiencia al leerte !! Abrazo de Rock!!

  7. Diego dice:

    Realmente un placer leer estas líneas, la descripción es maravillosa.
    A propósito, quisiera recomendarles un documental que a mí me gustó mucho sobre el conflicto en Yugoslavia; en Argentina se llamó «Fuimos hermanos» o algo parecido.
    Trata sobre dos grandícimos jugadores de basquet que fueron campeones mundiales con Yugoslavia en el mundial de argentina y que por el conflicto armado dejaron de tener relación ya que cada uno pertenecía a una nación distinta (o futura nueva nación). Jugando en la NBA estaban peleados a muerte cuando tiempo atrás eran parte del mismo equipo.
    Es muy emotivo, se los recomiendo.
    Un abrazo

      • india sugich dice:

        hola juan es la primera vez que te leo me meti a la red a saber mas de la yugoslavia tan amada por mi padre un desendiente de yugoslavia y me ha encantado tu historia me encantaria saber como adquirir alguno de tus libros gracias por compartir quiero que sepas que soy muy orgullosa de ser parte de esa nacion aun que este lejos de ella espero algun dia viajar a ella a buscar familia

    • damian dice:

      once brothers, cuanta la historia de vlade divac (serbio) y drazen petrovic (croata), la chispa que encendio el conflicto entre los hermanos basquetbolistas fue aqui mismo en argentina en el mundial de basquet, un descendiente de croatas al finallizar el partido entra al campo de juego (estadio luna park) con la bandera croata, divac le arrebato la bandera y eso rompio la amistad entre los amigos, petrovic murio en un accidente de transito sin haber hecho las pases con su hermano del alma.
      «Construir una amistad lleva años, pero destruirla, un segundo.»
      Vlade Divac

  8. Cecilia dice:

    Hola Juan! Me encantó el relato. Quería contarte que yo soy «fan» (por así decirlo) de la historia de Yugoslavia, el mariscal Tito y las guerras posteriores y todo lo que tenga que ver con ese país que ya no existe. Tanto así que en abril pasado estuve en Belgrado (mi idea para la próxima es recorrer la ex-Yugoslavia en totalidad). Belgrado es una ciudad maravillosa, y su gente así como los kosovares que te cruzaste, con una calidez que no podés creer, amables hasta la médula. Un lugar lleno de vida a pesar de los sufrimientos (fueron bombardeados por la OTAN en el 99). Ojalá puedas pasar por ahí en alguno de tus viajes! Agradezco la data de Kosovo porque pensaba incluirlo en mi proyecto por supuesto.
    Por otra parte dejé de tener mis relatos ocultos en papel y en los recuerdos y comencé mi blog http://conurbanadeviaje.wordpress.com que si bien no es al estilo de viaje del de ustedes, ojalá les guste! (ya hablaré de Belgrado pronto!). Es nuevito pero ya irá progresando.
    Saludos a ambos y éxitos en el camino! 🙂

    • Cecilia dice:

      Ale, te recomiendo que busques en You Tube el documental de la BBC «La muerte de Yugoslavia» (con subtitulos en español) y también tenés la versión en inglés («The death of Yugoslavia»). Es largo pero si te interesa el tema está muy bueno y lo mejor de todo es que están presentes todas las voces. No es algo sesgado. Saludos!

  9. Martin Albertus dice:

    Hola Juan, como siempre un placer y una alegría leerte. Después de ya varios meses leyéndote me surgió una duda, impulsada seguramente por la sangre materna que en mi recorre. La pregunta en cuestión es: Porque no Eslovenia?. Que se entienda bien, no es un reclamo ni mucho menos. Simplemente recorrí el mapa en mi cabeza con los países en los que te leí y se me dio por preguntar por el terruño de mi abuelo.

    Abrazo y saludos!

    • Juan Pablo Villarino dice:

      Hola Martín! Te respondo: recorrí Eslovenia en 2001 y me encantó… pero aún me faltaban 4 años para abrir el blog. Algún dia deberé escribir sobre la aventuras previas a este blog, que empezó en 2005, yo venía viajando a dedo desde 1998…. no sé si me alcanzará la vida….

      • Martin Albertus dice:

        «El tiempo es cuestión de tiempo, la vida es cuestión de vida, la vida dura un momento, el tiempo toda la vida…» GRACIAS POR RESPONDER!

  10. Alex Ferrero dice:

    Que lindas experiencias acompañada de una buena narración, no cualquiera puede juntar las 2 cosas en forma de palabras. Ojalá algún día pueda transitar aquellas tierras y desmitificar el KOSOVO = GUERRA

  11. Samir Issa dice:

    Un lugar que nunca había escuchado, y lo has descrito de la mejor forma: contando una historia, transmitiendo sus experiencias. Gracias por mostrarla Juan! Espero que lancen un nuevo libro. Saludos.

  12. Aldana dice:

    Hola Juan!Muy bueno el post!! Lo de los niños vestidos de príncipeses una tradición otomana. En Turquía también lo hacen. A diferencia de otros paises, circuncidan a los niños a los 6-7 años, y el día anterior al evento los pasean por los lugares sagrados de la ciudad donde vivan en esos trajes.Después los parientes los van a visitar y les llevan regalos. Y les queda la foto de recuerdo de la dolorosa vez en laque fueron príncipes por un día!

  13. Jorgito SOUTO dice:

    De verdad muchas gracias! Estoy tan contento con la manera en que expresas tus vivencias que te quiero felicitar! Suerte en ese camino infinito y buena vida 🙂

  14. IEH dice:

    Kosovo me dejó muchísimas preguntas ligadas a cuestiones políticas, sociales, a la tan extraña y compleja identidad de este no-país. Me gustaron las ganas de hablar que encontré en todos, las ganas de contar su versión, como si durante tanto tiempo alguien los hubiera mantenido callados. Hice las mismas preguntas que había hecho unas semanas antes en Belgrado y las respuestas, tan diferentes como las caras de una moneda, ayudaron a empezar a entender. Algo que se me viene a la cabeza ahora es una charla en la torre del campo de los mirlos con un serbio, en el que es uno de los lugares más importantes de la cultura y las tradiciones serbias. También se me viene a la cabeza un kosovar-albanés en Prizren que repetía la palabra «genocidas» cuando alguien mencionaba a Serbia, y la palabra BOICOT escrita en cirílico en toda la parte norte de Mitrovica; y la tumba de Rugova con la bandera albanesa y no kosovar. Me tomó muchísimo tiempo y muchísimas charlas formar una opinión más política que humana (son dos conceptos contradictorios?) sobre Kosovo, pero a veces me arrepiento. Será que Kosovo fue mi primera experiencia con un ¿país? tan acomplejado, o que me faltó tiempo, o que no hablo alemán. No sé. Pero es un lugar para volver, a ver cómo avanza todo con los años y las generaciones. Que el mundo siempre está mejorando.
    Abrazo.

  15. Andrés Tarruella dice:

    Que interesante poder apreciar la sensibilidad que cada tipo de terreno y cultura como impactan en el alma de esas palabras que registran el viaje. No es lo mismo hablar de Praga que de las afueras de Drenas, no es lo mismo Juan leerte en Praga o en las afueras de Drenas. Donde amablemente un local como Ervin, de pronto encuentra el reflejo de un sol en el horizonte que reflejan a un par de su misma raza, en otro tiempo, el hoy. Y en el registro fotográfico como un acto reflejo su mano busca la magia que da el viento junto a un pulgar…tal vez evocando a esas caminatas entre Cracovia y Gdansk. Y devolviendo a uds su presencia. Lindo es leerte!

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