EL DESIERTO DE DASHT-E-KAVIR Y EL PRIMER TRANSPLANTE DE RASTAS EN IRÁN.



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De Persépolis hicimos una experiencia musical. Pink Floyd en el discman para caminar por las calles de columnas mochas de la antigua capital del Imperio Persa. Por la noche, después del enésimo Volvo blanco por el que siempre esperamos menos de 5 minutos, estábamos en Yazd, el último reducto del zoroastrismo en Irán. Quedan aquí unos 30.000 adeptos a esa religión que otrora se extendía de India al Mediterráneo, y fuera la primera religión monoteísta, con su culto a Aura Mazda. Nuestro contacto local de Hospitality Club, Hasan, como tenia huéspedes en su casa, puso a disposición un cuarto en el hotel Silk Road (Ruta de la Seda). El patio del hotel funciona como restaurante en el que se mezcla la clase media-alta iraní, con turistas clásicos de la France o Inglaterra y el ocasional mochilero inpecuñoso.
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El menú, que abunda en carne de camello, la resonancia lateral de la conversación de dos Englishmen en la alfombra de al lado y la arquitectura, crean una ilusión estética. Alba se ríe y confiesa que se siente una exploradora del siglo XIX. Para no dejarla sola le pregunto a Steven con acento londinense que no es mío: «Sir Weijs, ¿qué le parece instalar una línea ferroviaria en el Nilo?» Son muchos los viajeros que se lanzan a la búsqueda de los ecos de la antigüedad. «Una antigüedad que nunca existió» – apunta Steven. Se cruzan Asia de punta a punta fotografiando ruinas y fantaseando con que pisan en donde pisaban los camellos de las antiguas caravanas que transportaban seda de China hacia el Mediterráneo. Acordamos en que no nos queda claro como tanto interés en las rutas y en el comercio – si es genuino- no les lleva a querer conocer el movimiento contemporáneo. No es la parada de camiones el heredero inequívoco de la caravanserai? ¿No es el Volvo el Nuevo camello neumático, y el petróleo, el pistacho, el opio o los inmigrantes ilegales la nueva seda? ¿Por qué evitan la fiebre y la riqueza de las rutas reales y repiten postales con sus cámaras? No lo sabemos. De pronto nos asalta la idea de que, para estar mas en comunión con la ruta que pisamos, deberíamos llevar algo para comerciar en los bazares de Afganistán, como atún o azafrán, que son escasos en el país vecino.



A corto plazo, nos interesa cruzar el Dasht-e-Kavir, el desierto que yace al norte y nos separa de las fértiles llanuras del Caspio. Al costado de la ruta, señales de: «Cuidado, camello suelto» A la hora nos topamos una manada, mastican las pocas hierbas que encuentran junto a la ruta. ¿Pueden los camellos correr fuerte? No resisto la duda y me da por asediarlos. La respuesta es, no le cuenten a nadie, que los camellos – ¿o eran chitas?- me humillaron.





Acampamos la primera noche en el oasis que rodea a la aldea de Bayaziyeh. Mientras mirábamos estrellas fugaces («¡Qué chulo!» –Exclamó la catalana-) la radio, que sintonizaba la Deutsche Welle, hablaba sobre el conflicto internacional en torno al programa nuclear iraní. El uranio del que hablan esta bajo nuestros pies, las minas de donde se extrae a menos de 100 kms…



La segunda noche decidimos dormir lejos de toda aldea, en medio del desierto. El camionero no entiende nada cuando le pedimos que nos deje allí. Se siente responsable y nos regala agua y frutas. A un kilómetro de la ruta, con montanas azuladas en el horizonte, establecemos campamento. Poco después descubrimos que no tenemos nada para defendernos.




Con Steven salimos a ver que encontramos. La idea era arrancar un poste señalizador de la ruta y partírselo en la cabeza al primer lobo. Pero estaban hundidos en concreto. Lo que regreso al campamento era el Primer Regimiento de Ilusos Acorazados, armadas de diez piedras, una estaca de Madera, y un pedazo de neumático para incendiar con gasolina. El arma más sofisticada contra los canis dentudus eran dos antorchas improvisadas con los soportes de aluminio de mi mochila y dos pares de medias. Alba se ríe de los tres, ingenieros, escritores y documentalistas, pero el hombre de las cavernas estaba mas a la altura del problema. Culparíamos a la especialización académica de la matanza. Luego nosotros nos reímos de Alba cuando ella intenta tranquilizarnos asegurando que: «Si los lobos se acercan, será mas por curiosidad» (Alba Sotorra, documentalista pero nunca bióloga. 1981-2006).



Pero los lobos esa noche tenían otros planes, y por la mañana, luego del amanecer más impresionante que recuerde, seguimos hacia Damghan, ya del otro lado del desierto, en el camión de un chofer de Yazd que se pone contento cuando le hacemos notar que conocemos a su dios, Aura Mazda.



La cola de la panadería en Damghan es una lección de historia, mas que su arquitectura. Rostros afganos, turkmenos y mongoloides se mezclan atestiguando que esto fue siempre un cruce de caminos. Para nosotros es más una división de caminos: Alba regresa a Teherán.



Antes, como pactado, se corta una de sus largas rastas rubias y la cose en mi pelo. Es el primer transplante de rastas del que tenemos noticias en Irán, presenciado por media docena de niños que pronto abandonaron sus hamacas para ver a los locos que fumaban en pipa y compartían su pelo. Ya les enseñaran a desaprobarnos. Pero por el momento sonreían. Y sonreíamos.



Después de despedir a Alba, Steven y yo seguimos viaje hacia el Caspio….

6 comentarios de “EL DESIERTO DE DASHT-E-KAVIR Y EL PRIMER TRANSPLANTE DE RASTAS EN IRÁN.

  1. Mirian dice:

    QUE ilusion poder leer el diario cada poco, gracias por mandar noticias de Alba, es muy interesante leer otro punto de vista… Ella es muy humilde y le cuesta darse cuenta de lo mucho que vale, de la fuerza que tiene y que ya nos gustaria a muchos ser como ella de mayores!!

    Suerte en vuestras excursiones valientes!!

    Bikiños desde MAdriles ardiendo, como siempre…

    Mirian ( la producer del gran proyecto del año!!! Barcelona-Mumbai)

  2. Anonymous dice:

    Del domingo 16/04/06 en el diario La Voz seccion Cultura:
    Trascribo textualmente
    «Villarino, mañana»
    «El capitulo correspondiente a la actual semana de las cronicas de viaje que el escritor marplatense Juan Villarino escribe de manera exclusiva los domingos para Cultura, se podra leer mañana en el diario La Capital( 17/04/06.
    Cuestiones relacionadas con las complicaciones que tiene que subsanar Villarino en Iran, por donde transita actualmenta,impiden la publicacion en Cultura.
    En el capitulo de esta semana, Villarino brindara detalles sobre su estadia en Teheran, donde narra las restricciones para el uso de internet, la noche extraña de su cumpleaños y hasta un transplante de cabellos.»
    Que te parece lo publicado?
    Cariños Teresa de Tandil

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