DE BELFAST A ESCOCIA EN UN VELERO: EL COMIENZO DE LA VUELTA AL MUNDO


Hola!! En los últimos siete días cruzamos a dedo desde Irlanda del Norte hacia Escocia en un velero, experimentamos tres días de supervivencia urbana en Edinburgo, la capital escocesa, y vivimos un día en una granja orgánica en la aldea costera de Kinghorn.
 
En la mañana del 1 de mayo -primer día de mi vuelta al mundo- nos despertamos ansiosos y emprendimos caminata hacia Bangor, el puerto deportivo en las afueras de Belfast. No lo podíamos creer, después de dos anios de planes y sacrificios, estábamos en la ruta. Llegamos al puerto y comenzamos a hablar con cada dueño de yate que cruzaba nuestro camino. Hacer dedo en un puerto tiene sus particularidades. Los mapas que miramos no tienen rutas marcadas sino lineas punteadas que Dios sabe lo que aclaran o alertan. No se escucha de boca de estos gringos “que el camino está malo” como tantas veces hemos escuchado de nuestros chacareros que con chatitas prediluvianas intentan abrirse paso por las rutas de tierra de nuestra provincia. Acá es el viento o las mareas los que permiten o no el cruce a Escocia. Más de una vez terminábamos tomando un té en cubierta. Aunque la idea de vagabundear por los muelles del mundo confraternizando con náuticas aristocracias como un Leo Di Caprio cualquiera tenía su encanto, no podíamos pasarnos la semana tomando té en todos los yates de Irlanda, teníamos que embarcarnos!!!

 

La primera tarde no hubo suerte, pero a la maniana siguiente, cuando prácticamente habíamos desistido y salíamos a la ruta para tirar los dados en otro puerto sonó mi celular. “Hola, Juan? Soy Nick Wilson. Aún están buscando cruzar a Escocia? Nosotros salimos en una hora. Son más que bienvenidos!” En una hora estábamos saliendo del puerto de Bangor con Nick, jefe de bomberos de Londonderry y sus dos sobrinos, Aaron y Ben, en el “Big Wamp”, un velero de un mástil. Inútil presentarnos, que somos de argentina, que…”Todo el puerto lo sabe” –nos interrumpió.

 

A la hora Irlanda comenzaba a transformarse en una franja inescrutable en el horizonte. Sin la tierra como referencia, también comenzaron los mareos, al menos para Ben y para mí. Al rato estaba comulgando de la manera más intima posible con el Mar Irlandés, y ensuciando el velero por supuesto. Había que decir algo y transformar el trastorno digestivo en algo poético. Ensayé timidamente un: “Sean esas pués, mis honores a Irlanda, de la que me despido».Nick y familia estallaron en mil carcajadas. Antes de llegar a Escocia, al menos dos veces más una irrefrenable necesidad de expresar agradecimiento a Irlanda me motivaría una pronta carrera a estribor, la última de estas oportunidades, con un innecesario coro de Ben. 
 

Escocia apareció finalmente en el horizonte, en la forma de un caserío color marfil y un castillo en ruinas apenas reconocibles tras la niebla. Esa noche cenamos en el velero. Fue interesante ver a Nick, que acababa de cruzar el mar de Irlanda sin parpadear, revisar las instrucciones del arroz al dorse del paquete. La cena fue perfecta, ya con el horizonte y el estómago quietos, de hecho tan cándida que pensamos en izar la bandera argentina. Estando a pocas millas de una zona de ejercicios submarinos de la Royal Navy, no hubiéramos tardado mucho en tener noticia de los artilleros, ávidos de trocar las aburridos simulacros por algo más real…

 

Al otro día hicimos dedo rumbo a Edinburgo, la capital de Escocia, fantástica, medieval, cosmopolita, con su afamado castillo que corona una milla de construcciones históricas, conocida como “el Pueblo Viejo”, un denso macizo de agujas de iglesias góticas, casas burguesas medievales, cúpulas y murallas. Desmenuzando esa saturación uno se encuentra con la morada del filósofo David Hume o la imprenta que dio a luz a la primera edición de la Enciclopedia Británica. Y nuestro lugar de campamento, de lujo, en la colina llamada Arthur’s Seat, junto a una abadía del S.XV en ruinas, con vista privilegiada a todo el céntrico histórico.



Intentando seguir a dedo hacia las Highlands o “tierras altas”, no pudimos resistir la invitación de uno de los conductores que se detuvo por nosotros. Adam, nativo de Edinburgo, de 24 anios, acababa de regresar de un viaje de 4 meses alrededor del mundo. Pasamos un día y medio en su granja orgánica en Kinghorn, en la costa Este de Escocia. El paisaje era aproximadamente el de la tierra de los Teletubbies, de un verde inapelable. Los vecinos de Adam era una pareja que se dedicaba a la agricultura orgánica y en sus ratos libres voluntariaba para la regeneración de los bosques caledónicos originarios (los bosques escoceses terminaron en la confección de galeones ingleses o en el estómago de generaciones de ovejas). La filosofía de Kate y James era interesante. Más de una vez había pensado que un regreso a la agricultura descentralizda podía permitir salir de la cadena de alienación del capitalismo, evitando la explotación ajena al no consumir y asegurando el propio abastecimiento al producir. En un momento Adam nos comenta que su ex novia había sido argentina, busca su direccion en una vieja agenda, y nos la da a leer. Calle Pringles. Mar del Plata. Así, por un segunda las palabras en tinta azul evocan la tan lejana rambla. Nos ponemos a pensar en las coincidencias, acompaniando la filosofada con un buen merlot sanjuanino, acercado por la globalización a una pequenia tienda de la aldea de Kinghorn.

 



Una escapada a las llamadas Highlands, o tierras altas, marcó el fin de la primera semana de viaje. El pueblo se llamana Oban, y allí acampamos junto a un faro, frente al espectáculo que es la tierra fragmentándose a medida que pierde terreno ante el mar, en una miríada de islotes y peñascos.

9 comentarios de “DE BELFAST A ESCOCIA EN UN VELERO: EL COMIENZO DE LA VUELTA AL MUNDO

    • Juan Pablo Villarino dice:

      jajajja Bienvenida, buena suerte en ese viaje que es leer este blog desde el inicio….. menuda aventura. Vas a necesitar un machete para abrirte paso, un dicionario en el que no va a encontrar palabras que no existen y una mochila porque para mi que antes de terminar no aguantás y te vas de viaje jajaj Abrazo grande desde Africa!

  1. Samanta Cortés dice:

    Después de leer Caminos Invisibles no podía resistir las ganas de saber algo sobre tu experiencia irlandesa. Hace un tiempo que conozco tu proyecto y que sigo el blog de Laura. Mi amor (marplatense) y yo (gallega) viajamos desde que nos conocimos en 2012, pero ahora estamos instalados en Irlanda con el objetivo de juntar dinero para arrancar en un gran proyecto viajero 🙂 ¿Por qué será que tanta gente elige este país antes de salir a un gran viaje? Lo bohemio que esconde esta tierra mágica puede ser de ayuda a un empujón inicial. Mucha suerte!

  2. Anonymous dice:

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  3. tpccc dice:

    Hola acróbata de la vida!!
    Me emocioné con esto que estás viviendo…felicitaciones!!
    Sería un alegrón para mí que me
    orientes o me aconsejes, cuando puedas..por un primer viaje a Europa que quiero hacer, tengo 33 años «voy sola» no tengo otra ciudadanía y por internet me «asocié..?» al HC
    que lo estoy conociendo…estoy también en el senderillo del arte
    en pintura,leí que tu novia también no?,y si es posible que me cuentes que organismo o escuela por el cual pudo conseguir la beca de perfeccionamiento en España.Te agradecería un montón
    saludos y adelante!!
    Cynthia
    mi correo es lakuatro40@yahoo.com.ar

  4. Seva Alieva dice:

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